Los “defectos” del mundo y
Dios
P. Fernando Pascual
12-6-2021
El padre abad había recibido
esa pregunta que le resultaba difícil de responder. Quiso, de todos modos,
elaborar algunas ideas, y empezó a escribir.
“Te mando un saludo esperando
que estés muy bien. Recibí tu mensaje hace unos días con la pregunta: ¿Dios
podría haber creado un mundo mejor, sin terremotos, sin catástrofes naturales?
Sé que el tema es difícil, y
que no voy a poder ofrecerte algo que sea completo. Por ahora, pensé que podría
elaborar algunas reflexiones iniciales que espero sean de ayuda.
Hay que partir de la misma
pregunta. Ella surge desde dos tesis: la primera, suponer que el mundo no sería
perfecto, que tendría defectos. La segunda, que un Dios bueno y omnipotente podría
haber hecho algo mejor.
La primera tesis, sin embargo,
es en sí misma problemática. Defender que podría haber un mundo mejor significa
señalar el mundo actual como defectuoso o, al menos, menos perfecto.
Pero, ¿de verdad podemos “probar”
que este mundo es imperfecto? Para ello, necesitamos un criterio que nos
permita juzgar lo que conocemos de nuestro planeta y declarar si puede mejorar
o no.
Ese criterio, sin embargo,
variaría mucho de persona a persona, y según presupuestos filosóficos
diferentes. Un determinista diría que la misma pregunta no tiene sentido
alguno, porque el mundo surge por necesidad, y no hay posibilidad alguna de que
fuera de otra manera.
Para quienes no somos
deterministas, puede surgir la idea de que el mundo obedece a decisiones de
Dios que resultarían modificables según criterios de bondad que ese Dios no
habría tenido en cuenta.
Suponer lo anterior es algo
contradictorio. Si el mundo procede de Dios, es obvio que Dios lo configura
desde su Bondad y su Poder. Pero no podemos establecer nosotros si un mundo
creado de otra manera sería “mejor”, porque tal posibilidad simplemente no
podemos comprenderla con exactitud.
Siempre me impresiona esa
discusión entre Job y Dios. El primero reprocha al Creador los males que
padece, como si fueran resultado de una injusticia. Dios responde con otro
reproche que creo sirve para reconocer que hay algo extraño en la pregunta que
me formulaste.
“¿Dónde estabas tú cuando
fundaba yo la tierra? Indícalo, si sabes la verdad. ¿Quién fijó sus medidas?
¿lo sabrías? ¿Quién tiró el cordel sobre ella?” (Job 38,4‑5).
El reproche es mucho más largo
y con diversos matices. Creo que su núcleo es claro: Job reprocha a Dios un
mundo imperfecto, cuando en realidad carece de la perspectiva y de los
conocimientos necesarios para decir que este mundo es imperfecto.
Por eso, creo que tu pregunta
estaría mal formulada. Ello no implica cerrar los ojos ante las consecuencias
terribles de una erupción volcánica o de una sequía provocada por fenómenos naturales.
Más bien, se trata de comprender mejor el sentido de este mundo donde conviven
la belleza de una margarita silvestre y el drama de unos lobos que despedazan a
una cría de ciervo.
Si puedo, más adelante
elaboraré otras reflexiones, pues seguramente este primer texto te parecerá
insuficiente, y yo mismo te daría la razón. Estamos ante un tema que requiere
mucho más que razonamientos sofisticados, pues toca profundamente ese misterio
de nuestra vida, amenazada continuamente por fuerzas físicas que pueden
destruirnos en cualquier momento.
Además, he dejado de lado lo
que se refiere a los muchos males e injusticias, provocados por decisiones
humanas. Elaborar algo para comprender mejor por qué somos libres y por qué esa
libertad ha llevado y lleva a provocar tanto dolor en otros, exige un esfuerzo
enorme que por ahora dejo de lado.
Te deseo una semana llena de
bendiciones. Un abrazo a tu familia, y cuídate mucho en estos días del año,
pues sabemos que basta una corriente de aire para empezar un catarro que a
veces se complica.
Tuyo...”