Tentaciones vencidas desde el
inicio
P. Fernando Pascual
26-6-2021
El problema de muchas
tentaciones es que crecen y crecen, hasta el punto de que nos parecen casi
irresistibles.
La tentación inicia
suavemente: una curiosidad sobre un artista, controlar un dato, aclarar aquel
tema. Luego llega una imagen, o un deseo. Tal ello se junta a una cierta pena
porque nos sentimos cansados o tuvimos un contratiempo.
Poco a poco, o a veces de modo
muy rápido, la tentación coge fuerza. Cuando nos damos cuenta, las pasiones ya
están encendidas.
Quizá entonces pedimos ayuda a
Dios, para no caer de nuevo bajo la fuerza de la pereza, o de la sensualidad, o
de la envidia, o del odio, o de la avaricia.
Es cierto que uno puede
vencer, con la ayuda de Dios, una tentación que ha entrado con fuerza en el
propio corazón. Pero quizá vale la pena aplicar el consejo de los antiguos:
resistir desde el inicio.
Porque al inicio la tentación
todavía es débil, precisamente porque no ha empezado a alterarnos ni nos
envuelve con su atractivo engañador.
Cada vez que, en el horizonte,
se asome una tentación, necesitamos dar un no sencillo, pero firme, desde la
confianza en Dios.
Porque quizá ahí está el punto
clave: si nuestro corazón vive en un diálogo continuo, espontáneo, sencillo,
con Dios, será mucho más difícil que una tentación nos arrastre por sorpresa.
Lo importante consiste en
tener la mente, el corazón, la vida entera, orientadas hacia Dios y hacia los
hermanos. Entonces, casi no habrá grietas para las tentaciones.
Ciertamente, hay tentaciones
que llegan una y otra vez, sin el menor deseo de encontrarlas. Pero si vivimos “escondidos
con Cristo en Dios” (cf. Col 3,3), no lograrán perturbarnos.
Si en algún momento, por
sorpresa o por descuido, con mayor o menor culpa, nos hemos dejado envolver por
una tentación, habrá que pedir perdón y levantarnos.
Esa experiencia de nuestra
debilidad será un momento para renovar la oración que Cristo mismo nos enseñó: “No
nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal. Amén”.
Entonces veremos que, gracias
a la ayuda de Dios, resulta realmente fácil vencer las tentaciones cuando las
atajamos desde el inicio.