Entre la ignorancia y la
creencia
P. Fernando Pascual
23-7-2021
Cientos de decisiones de
nuestras vidas conjugan dos palabras: ignorancia y creencia.
Ignoro si esta medicina me
ayudará. Creo (me fío) en el médico que me la ha aconsejado.
Ignoro si este alimento es 100
% biológico. Creo en la empresa que ha puesto un letrero con esas palabras.
Ignoro si este edificio tiene
un buen sistema antiincendios. Creo en el propietario que me garantiza esa
información.
Ignoro si esa vacuna me
ayudará a no contagiarme. Creo en quienes me dicen que vale la pena usarla para
prevenir la difusión incontrolada de una epidemia.
La lista podría ser mucho más
larga. Muestra algo que ya los antiguos griegos habían explicado: nuestra
existencia mezcla conocimientos e ignorancias, y en muchos ámbitos nos basamos
en creencias sobre la competencia y la honestidad de otros.
Puede parecer difícil recorrer
toda nuestra vida entre la ignorancia y la creencia. Pero constatamos con
alivio que muchas creencias han funcionado, incluso cuando la situación parecía
extremadamente oscura.
Es verdad que otras creencias
demostraron fundarse en el engaño o, al menos, en errores más o menos serios.
Porque incluso el mejor médico, al recomendar una medicina, no siempre está
seguro de que será útil para mejorar nuestra salud.
A pesar de esos errores,
necesitamos, ante decisiones cotidianas o ante aquellas que resultan claves
para nuestro futuro, buscar la mejor manera de conocer cada asunto, en la
medida de lo posible, para superar nuestra ignorancia.
Al mismo tiempo, necesitamos
apoyarnos, con nuestra confianza, en tantas personas buenas que nos ofrecen
informaciones que, según creemos, servirán para nuestro bien y el de quienes
viven a nuestro lado.