Dialogar sobre temas
controvertidos
P. Fernando Pascual
28-8-2021
En la sociedad se producen
debates más o menos intensos sobre temas controvertidos, de modo especial
cuando luego se trata de llegar a decisiones que afectan a las personas y a las
reglas de convivencia en la sociedad.
Pensemos en las discusiones,
que en algunos lugares son especialmente intensas, sobre los modos mejores para
afrontar una epidemia, por ejemplo, al tomar medidas de cuarentena, o al buscar
y ofrecer a la gente vacunas que tengan un alto nivel de eficacia y seguridad.
Hemos visto que algunas de
esas discusiones han llegado a extremos del famoso “muro contra muro”, donde
los que defienden posiciones diferentes no se hablan, incluso se desprecian
mutuamente.
Además, algo constatado
durante la pandemia del Covid-19, gobiernos o dirigentes de empresas
implementan sistemas de censura para acallar tesis e ideas declaradas como
falsas porque no coinciden con ciertos puntos de vista.
En realidad, uno de los
caminos que enriquece la experiencia humana y que promueve la búsqueda de
debates sanos, consiste en reconocer que la propia posición no abarca la
complejidad de un tema, y que otros puntos de vista, incluso contrarios al
defendido por uno, pueden ofrecer elementos de interés, o estimular nuevas
perspectivas para corregir errores y abrirse a nuevos descubrimientos.
En la encíclica “Fratelli tutti” (2020), el Papa Francisco ofrece un número que ayuda
a promover una sana apertura a puntos de vista diferentes, y a dialogar con
franqueza y apertura de mente sobre temas controvertidos. Aquí sus palabras:
“El auténtico diálogo social
supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro aceptando la
posibilidad de que encierre algunas convicciones o intereses legítimos. Desde
su identidad, el otro tiene algo para aportar, y es deseable que profundice y
exponga su propia posición para que el debate público sea más completo todavía.
Es cierto que cuando una persona o un grupo es coherente con lo que piensa,
adhiere firmemente a valores y convicciones, y desarrolla un pensamiento, eso
de un modo o de otro beneficiará a la sociedad. Pero esto solo ocurre realmente
en la medida en que dicho desarrollo se realice en diálogo y apertura a los
otros. Porque en un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de
comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda
asumirlo como una convicción propia. Así se vuelve posible ser sinceros, no
disimular lo que creemos, sin dejar de conversar, de buscar puntos de contacto,
y sobre todo de trabajar y luchar juntos” (Fratelli tutti,
n. 203).
Este párrafo reconoce, por una
parte, que normalmente adherimos a ciertas tesis o ideas de modo firme, lo cual
es parte del dinamismo de la inteligencia humana. Al mismo tiempo, constata que
algunos sostienen una idea, otros una idea diferente (o incluso contraria), y
unos y otros necesitan aprender a dialogar y confrontarse.
Respecto del tema de las
epidemias, quien está convencido de que las vacunas salvan vidas, hará lo
posible para convencer a otros para que asuman su responsabilidad y se vacunen.
Igualmente, quien está convencido de que algunas vacunas aprobadas por el
gobierno son prematuras, o inseguras, o dañinas para amplios sectores de la
población, buscará convencer a otros para que eviten vacunarse por los riesgos
que, según ellos, serían relevantes.
Por desgracia, como dijimos,
en ocasiones hay grupos de presión, a veces muy poderosos, que descalifican y
censuran todo aquello que vaya contra las tesis que defienden. Si volvemos al
texto del Papa, una sociedad sanamente pluralística
evitará este tipo de censuras, incluso formas de persecución más o menos
sutiles, contra los que piensan de otra manera.
Lo correcto, en temas
controvertidos, es promover actitudes de apertura hacia posiciones diferentes,
y modos concretos de diálogo que permitan comprender mejor lo que dicen otros.
De este modo, en un debate de
tanta relevancia y urgencia como el que se refiere a los modos de afrontar la
terrible amenaza de una pandemia, será posible evitar el “muro contra muro”, se
construirán puentes en los que se confronten las ideas, y habrá más
posibilidades para alcanzar un mutuo enriquecimiento y cambios de las
posiciones, siempre con la mirada puesta en acercarnos un poco a la verdad.