Discernimiento y confianza en
Dios
P. Fernando Pascual
15-10-2021
Cuando entendemos el
discernimiento como ese arte o camino para conocer y seguir la voluntad de Dios
en la propia vida, nos colocamos en una perspectiva donde la confianza en Él
ocupa un lugar clave.
Porque el esfuerzo por conocer
esa voluntad de Dios y la apertura para seguirla, sea cual fuera, es posible
solo si el corazón vive en esa paz y en esa confianza de quien sabe que Dios es
amor y que cuida de cada uno de sus hijos.
Por eso, la oración que busca
luz para comprender qué me pide Dios ahora está acompañada de esa actitud del
hijo que acepta serenamente todo lo que pueda pedirle su Padre.
Eso vale para las decisiones
sencillas de cada día: ir en tren o en autobús, entrar ahora o después al chat
de la familia, responder rápido o esperar un poco antes de afrontar ese mensaje
que acaba de llegarme.
Eso vale, más intensamente,
ante decisiones importantes: aceptar o dejar un trabajo, escoger esta terapia u
otra, vender el coche o seguir usándolo mientras “aguante”.
En cada decisión, descubrimos
dentro y fuera voces que pueden confundirnos. En ocasiones, veremos cómo llegan
a nosotros voces negativas, porque nos llevan a lo más cómodo, o nos empujan a
ambiciones malsanas, o nos rodean con odios corrosivos.
Dios, ciertamente, nos habla
de mil maneras. Si tenemos un corazón abierto, si confiamos en Su Amor, si
estamos seguros de que todo lo que nos pida es para nuestro bien, afinaremos el
oído interior para percibir por dónde nos lleva ahora. Es decir, haremos un
buen discernimiento.
Luego, desde la libertad
propia de los hijos, y con la certeza de que Su Amor y Su misericordia duran
por siempre, pondremos lo mejor de nosotros mismos para acoger lo que nos pida.
Trabajaremos, entonces, para
llevarlo a cabo de la mejor manera posible, llenos de confianza, pues sabemos
que “en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman” (Rm 8,28).