El mito del pueblo
P. Fernando Pascual
28-10-2021
El mito del pueblo surge
cuando se habla del pueblo sin conocerlo, o con manipulaciones y lecturas que
impiden comprender lo que la gente realmente piensa y experimenta.
Ese mito surge, por ejemplo,
cuando se manipulan encuestas y al final se concluye que la gente odia las
religiones, o aprueba la pena de muerte, mientras en realidad la mayoría busca
una vida religiosa y no desea la ejecución de nadie.
Surge también en análisis
ideológicos que exaltan al proletariado, o al campesinado, o a la clase media,
o a los empresarios, o a los profesores, o a los expertos, o a los científicos,
mientras se olvida que en cada grupo humano hay buenos y malos, honestos y
rufianes.
Por eso, más que hablar del
pueblo, como si fuese una categoría mítica que cubre y uniforma misteriosamente
la enorme diversidad humana, conviene fijarse en las personas concretas,
escuchar sus puntos de vista, percibir sus preocupaciones y sus esperanzas.
Entonces podremos acercarnos a
la realidad de los grupos humanos en su riqueza inagotable, en sus cambios y
permanencias, en sus aspiraciones y sus esfuerzos individuales y colectivos
hacia metas más o menos concretas.
Esas metas serán negativas, si
surgen desde las pasiones más bajas, si se orientan hacia la avaricia y el
egoísmo, si sucumben a un consumismo agresivo que tantos daños puede provocar
en el propio territorio y en el planeta.
Esas metas, en cambio, serán
positivas, si nacen de los mejores deseos de las personas y los grupos, si
están iluminadas por la justicia, si construyen puentes de diálogo y de paz, si
promueven el bien común.
Todo ello exige, muchas veces,
una conversión continua, porque lo bueno que hay en cada uno y en los pueblos
puede dañarse, con pequeños o grandes pasos, bajo la tentación de pecados que
llevan a la muerte.
Esa conversión personal
permitirá que un pueblo, conjunto de personas concretas, se abra a Dios y al
bien ajeno, de forma que promueva leyes y modos concretos de vivir que hagan al
mundo un poco más bello y más iluminado por el amor y la esperanza.