El Twitter de los primeros filósofos

P. Fernando Pascual

27-11-2021

 

La historia ha conservado una serie de frases densas, que ayudan a la reflexión, pronunciadas o atribuidas a los primeros filósofos griegos, de modo semejante a frases que se atribuyen a pensadores del mundo oriental.

 

Así, a Tales de Mileto, que vivió entre los siglos VII y VI a.C., se le atribuyen estas sentencias, que recoge Diógenes Laercio en su obra Vidas y doctrinas de los más famosos filósofos:

 

“¿Lo más difícil? El conocerse a sí mismo”.

 

“¿Qué cosa es fácil? Dar consejo a otros”.

 

“¿Qué cosa es suavísima? Conseguir lo que se desea”.

 

“¿Qué cosa es Dios? Lo que no tiene principio ni fin”.

 

“¿Cómo viviremos mejor y más santamente? No cometiendo lo que reprendemos en otros”.

 

“¿Quién es feliz? El sano de cuerpo, abundante en riquezas y dotado de entendimiento”.

 

“El bien que hicieres a tus padres, espéralo de tus hijos”.

 

En Internet giran otras frases que se atribuyen a este pensador. Sean o no sean de él, mantienen una sorprendente actualidad, y muestran ese anhelo humano de acoger, gracias a quienes destacan por su sabiduría, enseñanzas y consejos para la propia vida.

 

A muchos otros pensadores antiguos se les atribuyen frases parecidas, como si estuviésemos ante una cadena de “reenvíos” (de retuiteos, si se permite el neologismo) de ideas que consideramos valiosas para nuestro tiempo.

 

Todo ello muestra, entre otras, dos dimensiones constantes de la experiencia humana. La primera: la búsqueda de consejos en aquellas personas que consideramos dotadas de una inteligencia rica y estimulante.

 

La segunda: ese cariño que tenemos hacia otros, cariño que nos lleva a comunicarles lo que pensamos puede servir para sus vidas como ha servido para las nuestras.

 

Quizá los primeros filósofos se sorprenderían si pudieran ver cómo se les atribuyen frases sugestivas y cómo giran de boca en boca, de libro en libro, de tuit en tuit.

 

De esas frases, algunas habrían salido de su mente y de su corazón, mientras que otras les serían atribuidas con cierto buen gusto.

 

Lo importante, y en esto los primeros filósofos estarían más que satisfechos, es que cada uno busquemos ideas y consejos que puedan servir para nuestra vida, y sepamos luego compartirlos con cariño a quienes esperamos las reciban provechosamente.