Palabras

P. Fernando Pascual

3-12-2021

 

Llegan palabras. Traen mentiras o verdades. Desaniman o encienden la esperanza. Generan rabia o promueven reconciliaciones.

 

Las palabras son vehículos que transportan todo tipo de viajeros, y que llegan a quien está a nuestro lado o a quien vive a miles de kilómetros de distancia.

 

Los antiguos reconocieron la misteriosa fuerza de la palabra, abierta hacia lo malo y lo bueno, hacia lo noble o lo ruin.

 

En manos de hombres sin escrúpulos, las palabras provocan guerras y promueven injusticias. En manos de hombres honestos y prudentes, ayudan a la gente a vivir en concordia y a avanzar hacia verdades fecundas.

 

Las palabras salen de nuestra mente y de nuestro corazón. Si pensamos correctamente, si hemos recibido informaciones válidas, nuestras palabras ayudarán a otros a mejorar sus vidas.

 

Pero si pensamos desde mentiras y engaños, o si nuestro corazón está herido por ambiciones malignas, por odios, por egoísmos, diremos palabras que dañan, que humillan, que generan heridas y rencores a nuestro lado.

 

Hay que purificar nuestro interior para que solo acojamos lo que nos acerque a la verdad y al bien, y para que erradiquemos todo aquello que nos ciega, nos envilece, nos destruye moralmente.

 

Con un corazón purificado, y con una inteligencia bien entrenada, pensaremos desde el amor y amaremos con verdad.

 

Entonces, las palabras que salgan de nuestros labios serán un pequeño reflejo de esa gran Palabra que Dios Padre regaló al mundo cuando el Hijo vino entre nosotros, cuando “la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros...” (Jn 1,14).