Ese pasado desconocido
P. Fernando Pascual
10-12-2021
Siempre resulta difícil
conocer, de verdad, a otros, incluso muy cercanos. Por eso, aunque convivimos
por años y años con un familiar, un compañero de trabajo, un amigo, a veces no
tenemos una idea clara de lo que ha vivido y lo que experimenta ahora.
Uno de los misterios más
indescifrables está en ese pasado que cada uno lleva consigo. Ese pasado
misterioso esconde que un familiar tuvo un trauma en la escuela que lo marcó
para siempre, o que un amigo sufre todavía hoy porque no supo ayudar a una
persona necesitada que encontró hace años en la calle.
El pasado, conocido o
desconocido, no determina lo que cada uno decide ahora, en medio de los deseos,
miedos y esperanzas del ahora. Pero ese pasado marca a cada uno de maneras
insospechadas, y explica por qué piensa, dice y decide ciertas cosas en el
presente.
Acceder al pasado desconocido
es algo difícil, sobre todo respecto de ciertos temas que uno guarda en su
intimidad. Nadie puede forzar a otro a hablar, menos sobre asuntos que tienen
una relevancia enorme en la biografía de una persona.
Pero hay oportunidades que
permiten que ese familiar o amigo desvele un poco de su historia, comparta una
alegría muy especial o una pena profunda, y así nos permita comprender un poco
mejor lo que ahora es y sus maneras de afrontar ciertos asuntos.
Solo hay un corazón capaz de
conocer plenamente, incluso mejor que nosotros mismos, el pasado que marca cada
existencia humana: el corazón de un Dios que es Padre, que ama a cada hijo, que
tiende continuamente lazos con los que nos invita a la maravillosa vocación del
amor.
Sea cual sea nuestro pasado,
en Dios podemos encontrar comprensión, ayuda, misericordia y, sobre todo, una
fuente de esperanza para seguir adelante. Entonces podremos acoger a quienes, a
nuestro lado, tienen una historia muchas veces muy semejante a la nuestra...