Ser justos ante Dios
P. Fernando Pascual
30-1-2022
Como nos enseña Cristo en el
Evangelio, estamos llamados a una justicia distinta de la que tenían los
escribas y los fariseos. ¿En qué consiste esa justicia?
No consiste en hacerlo todo
bien: nos damos cuenta de que casi nadie logra un completo nivel de perfección.
Tampoco consiste en no violar
ninguna regla ni en cumplir escrupulosamente todos los deberes, pues muy pocos
consiguen vivir de un modo tan excelente.
Entonces, ¿qué significa ser
justos ante Dios? Un Autor anónimo de hace varios siglos lo explicaba así: “A
Dios agrada quien tiene corazón y es capaz de compasión, quien no se fija en el
status de su prójimo, sino que le presta ayuda sin juzgarlo”.
En seguida, el mismo Autor
añadía: “Esta es la perfección que agrada a Dios. Porque en la caridad hay
mayor perfección que en el cumplimiento de la ley”.
Entonces, la justicia ante
Dios es principalmente don, porque solamente Él puede abrirnos a los demás,
hacernos humildes, e invitarnos a dar gratis lo que gratis hemos recibido.
Esa es la enseñanza de Cristo
en el Evangelio, cuando nos pide que no juzguemos ni condenemos, y cuando nos
pide que seamos compasivos como el Padre (Lc
6,36-37).
Vivir así puede parecernos
difícil, pero ese es el camino del amor. Además, desde la humildad
reconoceremos nuestros pecados y así estaremos mejor dispuestos a recibir el
perdón de Dios y a perdonar a quienes nos ofenden.
Ser justos ante Dios, por lo
tanto, consiste en vivir a fondo el mandamiento del amor, sin distinciones.
Seremos así un poco como el Padre, que es perfecto, y hace llover sobre buenos
y malos, y nos invita a hacer el bien a nuestros enemigos y a rezar por quienes
nos persiguen (Mt 5,44-48).
(Las citas aquí recogidas
proceden de esta obra: Maestro di San Bartolo, Abbi
a cuore il Signore, San Paolo, Cinisello
Balsamo 2020, p. 176).