Cuando perdemos y cuando
ganamos
P. Fernando Pascual
5-2-2022
Perdemos un reloj. Perdemos
una aguja. Perdemos tiempo. Perdemos un amigo.
Ganamos un premio en la
oficina. Ganamos tiempo. Ganamos un nuevo amigo.
La vida está llena de
realidades y momentos que vemos como pérdidas, y otras realidades y momentos
que consideramos ganancia.
A veces descubrimos que una
pérdida se convirtió en una ganancia: perder el tren permitió que tuviéramos
tiempo para hacer una llamada importante.
Otras veces vemos cómo una
ganancia se transforma en pérdida: vencer aquel premio nos hizo egoístas y
perdimos la armonía en la familia.
La vida está llena de
misterios. Lo que al inicio beneficiaba puede al final ser dañino. Y lo que
empezó como un fracaso al final llega a producir beneficios insospechados.
Lo importante, cuando perdemos
o cuando ganamos, es descifrar el sentido de lo que ocurre, y acogerlo en el
propio camino como parte de la vida.
Porque la salud (que podemos
perder o recuperar), o el dinero, o cualquier objeto más o menos valioso,
adquieren un sentido pleno cuando nos ayudan a amar y nos permiten caminar con
esperanza.
Entonces una pérdida no se
convertirá en desgracia irremediable, porque Dios es capaz de sacar bienes
incluso de los males (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 312).
La vida sigue su marcha, con
relojes perdidos y con amigos encontrados. En medio de tantas vicisitudes, hay
una luz interior que nos acompaña.
Con esa luz descubrimos que
Dios está siempre a nuestro lado, y que con su ayuda podremos avanzar siempre
hacia el encuentro eterno con su Amor.