La realidad que se impone
P. Fernando Pascual
19-2-2022
A lo largo de la historia del
pensamiento humana ha habido, y hay también hoy, quienes proponen teorías
relativistas o escépticas. En ellas, se afirma que no podemos conocer la
realidad, o que todo lo que supuestamente alcancemos sobre ella sería subjetivo
y frágil.
Sin embargo, la realidad nunca
se deja someter ante las múltiples teorías que puedan elaborarse sobre ella y
sobre las capacidades intelectuales del ser humano. Frente a quien quisiera
negar que el mar tiene agua, la fuerza de una ola bastaría para desmontar su
tesis.
A pesar de que los hechos son
tozudos, muchos actúan como don Ferrante, el
simpático personaje de Los novios (en italiano, I promessi
sposi) de Alessandro Manzoni.
Cuando la peste se expande por
Milán y otros lugares del norte de Italia, don Ferrante
niega una y otra vez que la peste exista con silogismos más o menos ingeniosos,
hasta que un día se contagia de peste y muere...
Decir que la realidad se
impone no significa caer en la ilusión de pensar que la podemos conocer
perfectamente. Nuestras afirmaciones, incluso las que cuentan con el apoyo de
muchos científicos, no consiguen una comprensión completa de las cosas, y
muchas veces incurren en errores más o menos serios.
Precisamente la experiencia de
los errores prueba que la realidad no puede quedar atrapada en la subjetividad
humana, pero no por ello sería algo inalcanzable. Porque decir que nuestras
ideas eran erróneas significa afirmar, al mismo tiempo, que la realidad se ha
abierto paso ante nuestras mentes.
En el camino de la existencia
humana, hay que partir de la realidad, de lo que existe. Esto vale respecto de
lo que encontramos fuera de nosotros: no todas las frutas son de calidad, ni
todos los políticos son honestos.
Esto vale también respecto de
nosotros mismos: no soy un superman que vence
cualquier obstáculo, pero tampoco soy un eterno fracasado incapaz de emprender
una buena acción.
Por eso, todo esfuerzo por
acercarnos a la realidad, por superar prejuicios que nos impiden abrir los ojos
y pensar con buena lógica, nos ayuda a emprender cada tarea de la vida con los
pies y la mente en bases sólidas.
El tiempo de nuestra
existencia terrena es relativamente breve (no podemos negar este hecho). Por
eso tenemos que dejar a un lado subjetivismos baratos y relativismos engañosos,
para escudriñar a fondo lo que tenemos ante nosotros, y lo que configura
nuestro modo concreto de existir en el tiempo, mientras seguimos en camino
orientados hacia lo eterno...