Gracias, Señor, por mi familia
P. Fernando Pascual
12-3-2022
Entre los muchos dones que
recibimos de Dios, uno de los más hermosos es la familia.
Una familia diferente para
cada uno, con sus riquezas y sus defectos.
Una familia que nos acogió,
nos ayudó, nos comprendió, nos regañó, nos pidió ayuda.
Es la familia el lugar del
recuerdo, por tantas aventuras del pasado, y del encuentro, cuando podemos
reunirnos nuevamente para contarnos novedades o, simplemente, para pasar juntos
una tarde en la cocina.
Las fotos que conservamos no
dicen todo lo que ocurría entre los muros, al levantarnos, durante las disputas
por el mejor pedazo de pastel, o por el mejor lugar en una butaca.
Pero esas fotos nos evocan al
abuelo, a la abuela, a los tíos, a los primos, a quienes de algún modo entraban
y salían por la puerta y se sentían “en casa”.
Sobre todo, recordamos a los
padres y a los hermanos, con quienes convivíamos desde la mañana hasta la
noche, en los momentos de fiesta, en las penas, en las enfermedades y en las
curaciones.
Al recordar a la propia
familia, surge del corazón un deseo de dar gracias a Dios por todos los que la
formamos, y una oración por cada uno de ellos.
Rezamos por quienes ya
murieron, pues deseamos que se encuentren ya en la casa del Padre.
Rezamos por los que se mudaron
a otro barrio, o a otro país, y que siguen siendo parte de la misma familia.
Rezamos por quienes han tenido
problemas, o por quienes los causaron, o por quienes necesitan perdonar o pedir
perdón.
Es la familia un don
magnífico. Vale la pena protegerla de egoísmos o de olvidos, de conflictos o de
avaricias, de indiferencias cuando surgen problemas en los que todos podemos
dar una mano.
La familia, mi familia, es un
don que agradecemos a Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y que un día
envío al Hijo.
Ese Hijo experimentó la
maravilla de vivir en un hogar que llamamos, con mucho cariño, la Sagrada
Familia. Desde entonces, la familia de Jesús, María y José, se ha convertido en
el modelo y apoyo para todas las familias de la tierra...