Hay cosas que podemos cambiar

P. Fernando Pascual

12-3-2022

 

Es clásica la distinción entre lo que no podemos cambiar y lo que sí podemos cambiar. Entre otros, Epicteto (siglos I-II de nuestra era) elaboró buena parte de sus consejos a raíz de esa distinción.

 

Los problemas empiezan cuando pensamos que no podríamos cambiar el modo de comportarse de un familiar o amigo, cuando en realidad existiría un espacio para cambios que, esperamos, serían para bien.

 

Además, en ocasiones nos resignamos como si fuera imposible mejorar la atención en los hospitales, arreglar el asfalto de las carreteras, perder algunos kilos de peso, y, más difícil todavía, conseguir que los gobernantes sean honestos.

 

En realidad, sí podemos cambiar el modo de vivir de nuestro amigo, el sistema de trabajo en el hospital, la manera de atender a los clientes en la tienda, el asfalto que da seguridad en la calle, y la honestidad del alcalde de donde vivimos.

 

Otras veces, por desgracia, nos encontramos con una especie de muro invisible que destroza cualquier esfuerzo por hacer que un familiar ayude en casa, que el gobierno baje los impuestos sobre algunos bienes básicos, y que el médico tome en serio la situación de ese amigo que no recibe las medicinas que más necesita.

 

Pero ese muro no significa que el cambio era imposible, sino que no hemos encontrado la manera de lograrlo, o que la otra parte no está preparada para acoger un buen consejo e iniciar un camino de mejora.

 

Cansa, ciertamente, intentar una y otra vez cambiar ciertas situaciones y dar consejos a quienes vemos en un mal camino y quisiéramos iniciasen un proceso de recapacitación y de mejora.

 

Sin embargo, vale la pena emprender nuevos esfuerzos que nazcan del amor y que busquen mejoras, para al menos abrir horizontes de bien en un mundo que necesita promotores de justicia y de caridad.

 

Después, no podremos estar seguros de lograr resultados, pues tantas cosas no están en nuestras manos. Por eso, tras emprender un nuevo intento, mantendremos viva la esperanza, y dirigiremos una oración a Dios para que una persona o una situación empiecen un proceso que sirva para hacer más hermosa la existencia humana.