Un lugar en el mundo
P. Fernando Pascual
12-3-2022
En ocasiones nos preguntamos:
¿qué lugar ocupo en el mundo? ¿Qué papel desempeña mi existencia para otros?
¿En qué ayudo como miembro de la gran historia humana?
Son preguntas que valen para
uno mismo y para cada ser humano, porque incluso los que no aparentan poder, ni
riqueza, ni fama, dejan su huella en el camino de algunos.
Será una huella que pocos
recuerdan, pero que tuvo su importancia, para lo bueno o, por desgracia, para
lo malo.
Será una huella que, recordada
o no recordada, influye en los acontecimientos de una familia, de un
condominio, de un barrio, de una ciudad, de un país, incluso del mundo entero.
Esa decisión nacida del
egoísmo hiere a alguien, priva a otros de una ayuda que pudo haber suavizado
sus dolores.
Esa decisión generosa, incluso
valiente, alivia a un familiar, a un amigo, incluso a personas desconocidas que
solo conoceremos en la vida eterna.
Si un vaso de agua dado a un “pequeño”
tiene su recompensa (cf. Mt 10,42), ¿cómo valorará Dios esas decisiones
que marcan con más fuerza la vida de otros seres humanos?
Por eso, cuando nos sintamos
insignificantes, cuando pensemos (u otros piensen) que nuestra existencia no
tiene valor, necesitamos recordar que cada uno tiene un lugar en el mundo.
En ese lugar transcurre
nuestra vida, con relaciones que parecen sencillas, pero que tienen su papel en
la vida de muchos, al mismo tiempo que recibimos el influjo de tantas personas
cercanas o lejanas.
Este día quizá se desarrolle
entre la monotonía de tareas ordinarias y repetitivas. Cada una de ellas deja
también su huella en esa inmensa marcha de la historia.
Si hago lo sencillo desde el
amor y para el amor, la página que ahora escriba quedará grabada en el corazón
de Dios, y abrirá un horizonte de esperanza, de consuelo y de alegría para
otros, sean muchos o sean pocos...