Evaluaciones desde el amor
P. Fernando Pascual
25-4-2022
Continuamente hacemos
evaluaciones. Evaluamos si el trabajo nos dejó satisfechos. Evaluamos si el
paseo sirvió para bajar el estrés. Evaluamos si las noticias serían objetivas o
manipuladas.
Muchas evaluaciones se fijan
en lo que experimentamos tras haber realizado una actividad concreta. ¿Me
siento satisfecho? ¿Estoy orgulloso o desanimado del resultado?
Otras evaluaciones nos ponen
ante lo que piensen los demás. ¿Aprobarán o rechazarán lo que hice? ¿Estarán a
favor o en contra de mi opinión? ¿Tendrán una idea positiva o negativa sobre
mis cualidades?
Hay evaluaciones que resultan
más difíciles, sea porque el asunto es complejo, sea porque ninguno es buen
juez de su propia causa, sea porque nos disponemos a evaluar lo que hizo
alguien que amamos o alguien hacia el que tenemos pocas simpatías.
En temas complejos, y también
en temas más sencillos, las evaluaciones pueden ser erróneas. Había evaluado
como sana esa dieta; al cabo de varias semanas la salud había empeorado, y los
kilos no bajaron (o no subieron: hay dietas para engordar).
Aprender a evaluarse a sí
mismo o a los otros resulta, por lo tanto, una destreza importante, que se
logra poco a poco, sea al corregir evaluaciones equivocadas, sea al
confrontarnos con lo que digan y aprecien personas que consideramos de buen
juicio.
En esa tarea continua de hacer
evaluaciones, tenemos que integrar un aspecto clave para la vida de todo ser
humano: el amor.
Porque si hemos nacido gracias
al amor de Dios, si hemos crecido gracias al amor de padres y maestros, si
seguimos vivos porque muchos nos aman, entonces el horizonte clave para
cualquier evaluación surge desde la pregunta sobre el amor.
Esa pregunta se puede formular
de un modo sencillo al hacer una evaluación: esto que voy a hacer, o que acabo
de terminar, ¿es de ayuda para acoger el amor de otros y para ofrecer amor a
los demás?
Solo desde el horizonte del
amor, las evaluaciones adquieren su horizonte completo y pueden ayudarnos en
dos direcciones esenciales: apartarnos de aquellas acciones que lleven al
egoísmo, y promover aquellas acciones que nos permitan amar más a Dios y a
nuestro prójimo.