Lo que hay y lo que falta
P. Fernando Pascual
1-5-2022
Hay tomates, falta sal. Hay
ventanas, faltan persianas. Hay salud, falta dinero. Hay dinero, falta salud.
Cada uno puede notar qué cosas
están presentes, casi disponibles, para hacer la vida un poco más completa y
más feliz.
También puede notar cosas que
percibe como ausentes, indisponibles, lo cual lleva a pensar que la vida sería
incompleta y triste.
En realidad, a nuestro
alrededor hay muchas cosas que no siempre percibimos, o a las que damos poca
importancia.
Igualmente, son casi infinitas
las cosas “que faltan”, muchas de las cuales no nos causan angustias porque no
las vemos como necesarias.
Nos alegra ver que hay eso que
sentimos como importante, necesario, para nuestro bien y el de los seres que
amamos.
Nos entristece constatar que
falta lo que pensamos que sería bueno, aunque en realidad hay cosas que faltan
que no son realmente necesarias.
Lo importante es reconocer que
no podremos conseguir tantas cosas que faltan, y que muchas de ellas no son ni
necesarias ni convenientes.
Reconocer eso nos hará
adaptarnos con serenidad a lo que tenemos en nuestras manos y a usarlo de modo
prudente y agradecido.
Al mismo tiempo, nos permitirá
centrar la atención sobre aquello que falta y que, al mismo tiempo, merece
nuestro esfuerzo para conseguirlo y así mejorar nuestras vidas.
No siempre se consigue aquello
que nos falta y que resulta necesario, por lo que una sana resignación evitará
que sintamos angustias al constatar la ausencia de cosas buenas.
Pero siempre podemos agradecer
a Dios por lo que hay, y esforzarnos para usarlo del mejor modo posible; es
decir, para ponerlo al servicio de la tarea más hermosa que tenemos en la
tierra: crecer en el amor.