Previsiones
P. Fernando Pascual
14-5-2022
Pensamos continuamente en el
futuro con la ayuda de previsiones y de pronósticos que pueden ser más o menos
seguros.
Las previsiones nos hablan de
un aumento de precios dentro de tres meses, de la llegada de una buena cosecha
este verano, de mejoras en las autopistas y carreteras para el próximo otoño.
También tenemos previsiones
sencillas, sobre lo inmediato: que el tren llegará a tiempo, y así espero
tranquilo; o que no llegará a tiempo, y así planifico otra ruta.
Luego, el paso del tiempo y
los hechos confirman o desmienten lo que las previsiones nos habían dicho.
Aunque el médico había previsto que la recuperación duraría tres meses, al cabo
de mes y medio estamos plenamente restablecidos.
Nuestra mente y nuestro
corazón descubren, ante la fragilidad de las previsiones, que el futuro escapa
a nuestro control, que tenemos que estar abierto a tantas sorpresas (buenas o
malas) que la vida nos presenta continuamente.
Ello no significa abandonarnos
a la imprudencia. Antes de emprender un viaje, hay que considerar muchos
aspectos importantes, que van desde el dinero disponible hasta las medicinas
que es bueno incluir en la maleta.
Pero por más previsiones que
hagamos, por mejores o peores que sean los pronósticos, siempre hay hechos y
comportamientos que rompen todos los planes y que nos lanzan hacia horizontes
imprevistos.
Frente a cada cambio
inesperado, ante una respuesta nunca imaginada de aquel familiar o amigo,
aprendemos a corregir nuestras expectativas, a remodelar los planes, a
adaptarnos a la realidad.
Nos colocaremos, entonces, en
una perspectiva diferente a partir de nuevas previsiones. En ellas, si tenemos
fe, tendremos presente esa acción misteriosa que se llama providencia divina, y
que nos guía, con o sin previsiones, poco a poco hacia el encuentro de un Dios
que nos ama infinitamente y nos espera en su casa para un abrazo eterno.