Abrirse a mundos diferentes
P. Fernando Pascual
3-8-2022
Un grupo de personas comparten
continuamente informaciones sobre huelgas, despidos, sindicatos, condiciones de
trabajo en oficinas y fábricas.
Otro grupo de personas
intercambian con frecuencia informaciones sobre contaminación en barrios de la
ciudad, en los ríos y campos de cultivo, y sobre muertes de aves en peligro de
extinción.
Otro grupo de personas hablan
en su chat sobre ancianos que necesitan asistencia en casa, sobre mujeres
solteras que han renunciado al aborto y piden ayuda, sobre niños huérfanos que
esperan una familia que los adopte.
Es natural que cada uno escoja
los temas sobre los que habla según sus intereses, los cuales surgen de su modo
de pensar, de ideas leídas o escuchadas, de reflexiones personales, de
experiencias concretas.
Por eso se explica el fenómeno
de grupos o redes que hablan una y otra vez sobre un mismo tema, pues comparten
intereses y sensibilidades, y a veces deciden acciones concretas para intervenir
a favor de ciertos ideales.
Resultaría interesante, sin
embargo, abrirse a mundos diferentes del propio, para conocer otras
sensibilidades, para percibir otros problemas, para tocar aspectos de la
realidad sobre los que a veces se tiene una visión muy pobre.
Ciertamente, existen “mundos”
a los cuales no tiene ningún sentido acercarse, sea porque promueven ideas
injustas, sea porque incentivan al vicio, sea porque llevan a dependencias
dañinas.
Pero otros “mundos” tienen una
riqueza sobre la que vale tener un conocimiento al menos básico. Ello no
significa dejar a un lado los propios intereses, si esos intereses son
realmente buenos y de ayuda a uno mismo y a otros.
Al acercarse a un nuevo ámbito
de la experiencia, más de uno podrá descubrir que el tiempo y las energías que
tiene a su disposición se invertirían con más provecho en ese ámbito, aunque
ello implique dejar, al menos por un tiempo, el que hasta ahora había sido su
principal centro de atención.
El mundo en el que vivimos
tiene un sinfín de necesidades, incluso de urgencias, sobre las que vale la
pena abrir los ojos para conocer qué ocurre, cuáles son las causas de ciertos
hechos, y cómo remediarlos.
No podemos, es verdad,
arreglarlo todo. Pero sí podemos, con generosidad y con cariño, orientarnos a
aquellos temas en los que sea posible ofrecer un granito de arena que alivie a
otros seres humanos necesitados de ayuda, consuelo, esperanza y, sobre todo,
amor.