En el teatro del alma
P. Fernando Pascual
6-9-2022
Una palabra de amistad y
afecto nos anima. Un gesto de desprecio o de ignorancia nos entristece.
En ocasiones, no identificamos
algo concreto y externo que nos entusiasme o que nos desanime. Simplemente,
inicia un estado de ánimo sin que exista una causa concreta que podamos
señalar.
En el teatro del alma se
suceden numerosas ideas, sentimientos, emociones, modos de vernos a nosotros
mismos y de ver a los demás.
Suele ser de ayuda encontrar de
dónde venga cada movimiento interior, cuál sea su causa, hacia dónde nos
conduzca.
Pero lo más importante es
afrontar lo que vamos experimentando con paz, con equilibrio, con prudencia y,
sobre todo, desde un criterio clave: el amor.
Esta idea, este sentimiento,
¿me ayudan a amar? ¿Me permiten abrirme a Dios y a los demás? ¿Me sacan de mí
mismo y me lanzan a “invertir” mi vida en lo bueno, noble, bello?
Aquello que me conduce al mal,
aquello que me aparta de mis obligaciones, aquello que me lleva a comportamientos
negativos, hay que purificarlo, incluso sacarlo del escenario, aunque no
siempre sea fácil.
En cambio, aquello que me
lleva al bien, que me hace asumir con mayor entrega mis deberes, que me permite
escoger actos concretos de servicio, hay que consolidarlo y agradecerlo a Dios.
En el teatro de mi alma hoy
entrarán y saldrán “personajes” que gesticulan, que animan, que asustan, que
instruyen, que confunden, que promueven la paz.
Con la mirada puesta en Dios,
y desde una actitud de confianza, podré discernir para dejar a un lado lo que
no me lleva al amor, y para acoger y permitir que dé fruto lo que, según
explican diversos autores espirituales, viene del buen espíritu, del corazón
mismo de Dios...