Un accidente imprevisto
P. Fernando Pascual
28-9-2022
Las jornadas de aquella visita
transcurrían plácidamente. Quedaba poco para volver a casa. Un día quedaba
tiempo para jugar un rato a fútbol con los amigos.
Un mal movimiento con la
pierna, un giro inesperado del cuerpo, y un ligamento se rompe en la rodilla
derecha.
Todos los planes se derrumban.
No es posible regresar a casa. Hay que ir al hospital, ser operado, quedar con
la pierna inmovilizada por semanas.
Luego, llegan las horas de
esos difíciles y costosos ejercicios de rehabilitación, que pueden duran
incluso meses.
De esta manera, un accidente
imprevisto ha cambiado el horizonte. Los programas tienen que reajustarse.
Inicia un retraso en el trabajo o en los estudios. Tal vez hay que desembolsar
cantidades importantes de dinero.
La vida, ciertamente,
transcurre durante muchos meses, incluso años, en la normalidad: todo sucede
según los planes, no hay sobresaltos ni inconvenientes que lleguen de modo
inesperado.
Pero otras veces, basta un
movimiento equivocado en la pierna, o un poco de aceite en la escalera, o un
gesto imprudente en carretera, para que salten por los aires todos los
proyectos para los próximos meses.
Ante un accidente imprevisto,
puede surgir un sentimiento íntimo de rebeldía, o de desaliento. ¿Por qué a mí?
¿Por qué ahora? ¿No habría sido mejor no jugar ese día? ¿No pude haber mirado
con más cuidado lo que hacía el otro coche?
A pesar de nuestras quejas
interiores y exteriores, lo ocurrido se impone, y me exige reajustar mi modo de
ver no solo las próximas semanas, sino también el sentido que estoy dando a
toda la vida.
Un accidente imprevisto,
mirado desde la fe y la esperanza, me desvela lo frágil que es todo lo humano,
lo vulnerable de nuestra salud, lo necesitados que estamos de tantas ayudas.
Luego, podremos repensar
nuestras prioridades, de manera que orientemos lo mejor de nuestra mente y
nuestro corazón a aprovechar cada momento en acometer los deberes que están a
nuestro alcance.
De modo especial, seremos capaces
de invertir el tiempo y la energía, que ahora tenemos en nuestras manos, en lo
más importante, que consiste en vivir en el amor a Dios y en el amor a los
demás.