Una definición de cobardía
P. Fernando Pascual
19-11-2022
En una obra titulada Mi
testamento filosófico, Jean Guitton ofrecía una
interesante definición de cobardía, que consistiría en “buscar la aprobación,
no la verdad; la conformidad, no la comunión”.
Desde luego, existen otros
modos de definir la cobardía, una cobardía que nos lleva a evitar ciertos
problemas, riesgos, amenazas, para alcanzar seguridad, para defender el propio
placer, para mantenerse a flote sin daños relevantes.
Pero definir la cobardía como
renuncia a la verdad implica reconocer que, en ocasiones, el amor a la verdad
tiene sus peligros, pues defenderla pueda llevar a rechazos, a desprecios,
incluso a peligros para la propia vida.
Si definimos a la cobardía
como búsqueda de la aprobación (de otros) y renuncia a la verdad, la valentía
consistiría en la búsqueda de la verdad, incluso a costa de perder la
aprobación de otros, la propia reputación y el afecto de los demás.
Ciertamente, la búsqueda de la
verdad resulta “tranquila” en la mayoría de los casos y no comporta peligros.
Esto vale a la hora de estudiar matemáticas, de profundizar en física y
astronomía, en enriquecer la cultura literaria.
Pero cuando uno intuye que
poderosos medios de comunicación difunden mentiras sobre temas claves para la
vida social, cuando uno constata que la mayoría de la gente se somete a ideas
absurdas y renuncia al pensamiento autónomo, hace falta mucho valor para ir
contracorriente y mantener la mente abierta hacia la verdad.
Casi todos los pueblos y casi
todas las épocas han condenado la cobardía y han exaltado la valentía como
pilares para construir visiones éticas sanas y compartidas.
A pesar de ello, miles de
seres humanos han preferido someterse a la mentira de dictadores sin escrúpulos
o a los prejuicios dominantes, incluso los que van en contra del sentido común
y de la evidencia de los hechos.
Por eso, hoy, como en el
pasado, hace falta que hombres y mujeres valientes, dispuestos incluso al
martirio, den testimonio de la verdad, y muestren que, frente a la mentira,
vale la pena todo esfuerzo por avanzar, aunque sea un poco, en ese camino que
nos da el acceso a verdades que son esenciales para alcanzar una vida plena,
justa y bella.