Cuatro caminos hacia la verdad
P. Fernando Pascual
17-12-2022
Todos los hombres, por
naturaleza, deseamos saber, buscamos la verdad, como explicaba Aristóteles al
inicio de la Metafísica.
Como parte de esa búsqueda,
Platón había enumerado, en uno de sus Diálogos, cuatro caminos que podemos
recorrer (cf. Fedón 85cd).
El primer camino consiste en
ser ayudados por otros, en aprender gracias a una relación que podríamos llamar
educativa en un sentido amplio.
El segundo camino se presenta
como un descubrir de modo personal. Se trata de una experiencia, como la que
hacemos al comprobar, de primera mano, que una flor tiene un olor determinado,
o que un tipo de madera es mejor para hacer fuego.
El tercer camino es más
laborioso. Se trataría de identificar, entre las diversas opiniones humanas que
tenemos a nuestro alcance, cuál ofrecería elementos de fiabilidad al
presentarse como mejor y más difícil de ser confutada.
Un ejemplo, entre tantos
otros, de este tercer camino podría ser lo que nos pasa cuando dudamos entre
una dieta u otra. ¿Cuál sería la mejor? Escuchamos diversos pareceres, leemos
informes en publicaciones científicas; al final, identificamos una propuesta
que tiene suficientes garantías de validez.
El último camino, apenas
aludido en el texto de Platón, consiste en acoger una eventual revelación
divina, en el caso de que ésta pudiera ser identificada como auténtica.
En su brevedad, la enumeración
de los cuatro caminos sorprende por abarcar casi por completo los modos con los
que buscamos una y otra vez conocer la verdad.
Es cierto que se pueden
señalar dificultades y objeciones sobre cada uno de esos caminos. Basta con
pensar en cuántas enseñanzas (primer camino) son erróneas, o en cuántas
supuestas revelaciones divinas resultan falsas.
Pero a pesar de esas
dificultades, cada vez que voy al mercado a comprar fruta y escojo solo algunas
mientras dejo de lado otras, me guío por opiniones y por experiencias que
muestran una buena dosis de fiabilidad.
Luego, los resultados
desvelarán que era falso lo que considerábamos erróneamente como verdadero, o
nos confirmarán que hemos acertado al fiarnos de una enseñanza, de una
experiencia, de una opinión autorizada, o de una doctrina acogida gracias a una
revelación divina...