Cuando tomamos decisiones
P. Fernando Pascual
10-1-2023
Cada vez que tomamos una
decisión, entran en juego ideas, deseos, sentimientos, emociones, relaciones
con otras personas.
Así, cuando decido ir de
excursión, escojo un lugar según mis preferencias, la facilidad (o dificultad)
de acceso, el tiempo necesario para llegar, las personas a las que podría
invitar, el clima que se espera para ese día en concreto.
En ética se analizan los
diversos elementos que entran en juego en cada decisión. Hay tres que tienen un
papel de mayor relieve para que mi decisión sea éticamente correcta: elegir un “objeto”
bueno, tener un fin válido, y moverme en unas circunstancias adecuadas.
La palabra “objeto” no se
refiere a algo material, ni a la simple descripción física de las actividades
que vamos a poner por obra. Objeto es aquello que pretendo hacer, la acción (o
la serie de acciones) que decido acometer.
Así, el objeto de un médico
que ofrece unas pastillas a un enfermo no es simplemente el hecho de dar
pastillas, sino ayudar a ese enfermo a través del efecto, según supone, que
producirán esas pastillas en su cuerpo.
El fin consiste en lo que se
busca con cada acción (objeto) que uno elige. En el caso del dar pastillas, el
fin puede ser (debería ser) curar al enfermo. Pero pueden existir otros fines:
hacer un experimento con ese enfermo concreto, o recibir luego un “premio” de
una compañía farmacéutica por promover sus productos.
Las circunstancias son los
diversos aspectos que giran en torno a cualquier decisión humana. En el caso de
la excursión ya enumeramos algunos: el día elegido, el clima que se espera, el
medio de transporte que usaremos, etc.
Para que un acto sea
éticamente bueno, según una enseñanza que se consolidó en la Edad Media, deben
ser buenas esas tres dimensiones, que eran denominadas “factores de la
moralidad”: el objeto, el fin y las circunstancias.
Desde luego, existen no pocos
problemas a la hora de identificar correctamente esas tres dimensiones. Ello
explica que surjan dudas cuando tenemos que tomar decisiones. Pero hay que
resolver esas dudas porque la vida nos exige continuamente tomar decisiones.
Por ello, resulta de especial
importancia reflexionar bien antes de tomar la decisión de acometer una nueva
tarea, para que logremos identificar la opción más beneficiosa y, sobre todo,
la que responda realmente a nuestros ideales éticos de bien y de justicia.