Filtraciones y periodismo
P. Fernando Pascual
26-1-2023
El fenómeno de la filtración
de noticias ayuda a comprender qué intereses mueven a los dos protagonistas: el
que realiza la filtración y el que la hace pública en la prensa o en otros
medios.
Una persona filtra
informaciones sobre un particular, o una empresa, o un partido, normalmente
porque desea defender una causa justa que merece ser atendida, o por envidias,
o por deseos de ascenso, o por otros motivos (buenos o malos).
Por su parte, un periodista
recibe y publica las filtraciones por motivos parecidos, a los que se añade
muchas veces el deseo de dar a conocer una “exclusiva” que puede hacerle famoso
y beneficiar a su periódico.
No resulta fácil evidenciar,
en cada caso concreto, los motivos de la filtración, porque, como acabamos de
indicar, pueden ser muchos. Lo que sí parece claro es que cada filtración tiene
un objetivo, que puede ser noble, o que puede ser desdeñable.
Sean cuales sean los motivos
que mueven al filtrador, las filtraciones implican algunos problemas éticos,
sobre todo cuando el filtrador va contra sus deberes profesionales, o traiciona
la confianza de otros, o cuando antes ha extorsionado a alguno al pedirle
dinero a cambio de no publicar informaciones comprometedoras.
Por lo que se refiere al
periodista que recibe una filtración, hay que distinguir entre quien trabaja de
modo autónomo, por gestionar un blog o una página con plena libertad, y quien
trabaja para una agencia de noticias, un periódico u otro medio informativo “standard”.
En el primer caso (el
periodista “en solitario”), publicar o no publicar la filtración será algo que
se decida según el punto de vista de ese periodista. Es obvio que dará a luz lo
más pronto posible aquella filtración que le interese, por ejemplo
cuando permite denigrar a una persona o un grupo considerados como “enemigos”,
y que no lo haría si siente simpatía hacia los perjudicados por la filtración.
En el segundo caso, el
periodista que pertenece a un medio informativo, dependerá casi por completo de
los criterios de quienes le pagan, hasta el punto de que solo podrá publicar lo
que interesa a sus jefes, por motivos como los aquí indicados.
El mundo periodístico está
lleno de filtraciones que se difunden rápidamente en temas que afectan a
personajes públicos, a grupos importantes de la vida política, cultural o
económica. Los lectores creerán acceder, a través de esas filtraciones, a
dimensiones de la vida que no resultan asequibles.
En este tema, como en tantos
otros que se refieren a la ética periodística, resulta siempre oportuno
preguntarnos sobre la veracidad de la filtración, sobre los modos usados para
conseguirla y, sobre todo, sobre los intereses que están en juego a la hora de
difundirla.
En pocas palabras, hay que
formular esta sencilla pregunta: ¿qué buscan el filtrador y el periodista que
divulga lo filtrado? De este modo, resultará posible emitir un buen juicio
ético sobre este fenómeno, de forma que se actúe para evitar filtraciones que
provoquen daños injustos a personas o a grupos.