Progreso: actualidad y
contradicciones
P. Fernando Pascual
27-3-2023
La idea de progreso conserva
una innegable actualidad, a pesar de las numerosas críticas que se han
formulado sobre la misma.
Los críticos señalan el engaño
del mito del progreso, los peligros del progreso, las contradicciones presentes
en la misma idea de progreso.
La palabra progreso, además,
puede ser definida de diferentes maneras. Progreso, para algunos, es adoptar
nuevas ideas. Para otros, es aplicar nuevas tecnologías. Para otros, en una
formulación sorprendente, consiste en “volver al pasado” en aquellos aspectos
que nos permitían convivir con la naturaleza.
Las dificultades a la hora de
comprender qué sea y qué no sea el progreso no impiden que conserve una innegable
actualidad. Basta con escuchar a algunos políticos que se declaran como
progresistas, o a algunos investigadores que confían en el progreso de la
ciencia.
A pesar de su actualidad, la
idea de progreso incurre en no pocas contradicciones, sea porque no todos la
interpretan de la misma manera, sea porque muchas veces se elaboran teorías
sobre el progreso sin ningún fundamento serio.
Un análisis atento a lo que
significa progreso nos permite descubrir que tal idea supone que existirían
parámetros desde los cuales podemos saber si algo ayuda a avanzar hacia una
meta considerada como mejor, y por qué ese algo sería calificado como progreso.
Por poner un ejemplo sencillo.
Si actualmente una medicina implica elevados costos de producción y provoca
efectos colaterales dañinos, el descubrimiento de una medicina alternativa que
sea menos costosa y que tenga pocos efectos colaterales será visto como
progreso.
¿Por qué tal medicina sería
vista como un progreso? Porque mejora la situación de la medicina usada hasta
ese momento. Tal mejora se constata en dos aspectos objetivos y considerados
como buenos: menos costos, menos efectos adversos.
Aquí surgen nuevos problemas,
pues lo que para unos sería un progreso técnico, para otros implicaría peligros
o daños en el ambiente o en algunos estilos de vida considerados como
saludables.
Pensemos, por ejemplo, en un
juego electrónico muy sofisticado. Quizá algunos lo alabarán como un gran
progreso tecnológico, que permite satisfacer a millones de potenciales
usuarios. Otros, sin embargo, verán en él peligros serios, por ejemplo si
provoca adicciones dañinas.
El ejemplo del juego
electrónico muestra, por un lado, que no resulta fácil determinar qué sea un
progreso y qué no lo sea. Pero, por otro, pone en evidencia la importancia de
criterios objetivos para evaluar la bondad o la maldad de cualquier nueva idea
o actividad humana.
La idea de progreso mantiene,
indiscutiblemente, su actualidad. Al mismo tiempo, las contradicciones que
incluye exigen una continua reflexión que permita identificar, desde criterios
éticos correctos, qué acciones e ideas puedan ser vistas como buenas para el
ser humano, y cuáles implican peligros o incluso daños objetivos.
Mientras las segundas podrán
ser calificadas como negativas, aunque algunos las celebren como “progreso”,
las primeras merecen el nombre de verdadero progreso, porque nos acercan a
pequeñas (o grandes) mejoras en la vida de los seres humanos.