Abejas en primavera
P. Fernando Pascual
27-3-2023
Llegan los primeros días
tibios. Las flores abren su belleza al viento. Las abejas empiezan a trabajar
con más fuerza.
Aunque puede parecer algo “ordinario”,
no deja de sorprender la intensa actividad en las colmenas cuando llega la
primavera.
Parece como si todo despertase
con una fuerza inusitada. Junto a las piqueras de las colmenas (sus puertas de
ingreso) el vuelo se transforma en una danza.
El aumento de las
temperaturas, las lluvias que han esponjado la tierra, la fuerza pujante de las
plantas y los árboles, desencadenan esa vida que las abejas han conservado
durante el invierno.
Llega el momento de los vuelos
de purificación de las más jóvenes. Las “veteranas” salen con ímpetu y buscan
nuevas praderas. Los árboles atraen a cientos de abejas que recogen néctar y
polen.
El despertar alegre y
tumultuoso de las colmenas no pasa desapercibido ante quienes han observado las
colmenas durante el invierno. La poca actividad de algunos días soleados de la
estación fría se transforma en un frenesí de trabajo y de cosecha.
Dentro, la abeja reina aumenta
con generosidad la puesta de huevos. Miles de larvas crecen, hasta llegar a ser
crisálidas y luego adultas. La familia está en plena expansión.
La miel y el polen llegan con
abundancia. La familia se expande por los diversos marcos, hasta ocuparlos
todos. Si el apicultor puso uno o dos alzas para miel, las abejas los llenan
con rapidez.
Es todo una
fiesta de vida, de trabajo colectivo, de expansión casi incontenible. Si
el clima lo permite, pronto empezarán a surgir nuevas reinas que permitirán
duplicarse a las colmenas.
El espectáculo de las abejas
en primavera llena de esperanza a los apicultores y a cuantos saben sintonizar
con los ritmos de la vida. Porque cada primavera muestra bellezas inagotables
de nuestro mundo.
Ese mundo es el que hemos
recibido directamente de las “manos” ingeniosas de un Dios que ama cada
detalle, que nos regala miles de flores que nutren a las colmenas y que luego se
convierten en esa miel que es uno de los mejores dones ofrecidos por el Padre
de los cielos.