Leyes científicas y fenómenos
naturales
P. Fernando Pascual
17-4-2023
Pensemos en estas dos
afirmaciones: “los cuerpos pesados caen porque obedecen a la ley de la gravedad”.
“La ley de la gravedad refleja el hecho de que los cuerpos pesados caen”.
Ambas afirmaciones pueden
verse como dos maneras de decir lo mismo. Pero en cada manera se escoge una
perspectiva diferente.
En la primera afirmación,
parecería que las manzanas caen de los árboles porque tienen, necesariamente,
que seguir una ley científica inmodificable, la ley de la gravitación
universal, que vale para todos los casos sobre los que se refiere.
En la segunda afirmación, en
cambio, las manzanas no caen porque existe una ley científica “impuesta” a las
manzanas. Al contrario, existe la ley de la gravitación universal porque las
manzanas (y no solo las manzanas) caen.
En otras palabras, la segunda
afirmación ve las leyes científicas como expresiones que describen hechos que
se producen de modo constante, siempre, o, respecto de algunos ámbitos, al
menos la mayoría de las veces.
Constatar este fenómeno no
significa jugar con las palabras, sino reconocer que las leyes científicas
pueden ser vistas de dos maneras diferentes, aunque quizá no incompatibles.
En la primera perspectiva, una
enorme cantidad de fenómenos naturales estaría bajo el control completo de
leyes que el ser humano ha podido conocer gracias a un enorme esfuerzo de
muchos investigadores a lo largo de los siglos.
En la segunda perspectiva, el
esfuerzo humano por explicar lo que pasa no ha descubierto leyes que “ordenan”
cómo ocurren los hechos, sino que ha identificado esas leyes como descripciones
bastante precisas de lo que ocurre en el mundo.
Podemos dar un segundo paso en
este tema. Para dolor de cabeza de muchos científicos, y también de políticos,
de economistas, de filósofos, y de otras categorías, nos encontramos con muchos
fenómenos que no pueden ser expresados por leyes universales.
Bastaría con recordar hechos
como la poesía, o las acciones libres, o tantas creaciones del genio humano que
resultan imprevisibles para la comunidad científica, puesto que no pueden
quedar recogidas en leyes universales.
Ello no quita que una enorme
cantidad de fenómenos que ocurren en nuestro planeta puedan ser abarcados por
leyes que nos permiten predecir cómo se comportará una piedra o un árbol en
situaciones concretas.
Pero esas predicciones, que
intentamos describir a través de leyes, no son capaces de abarcar los millones
de eventos que ocurren en nuestro planeta, sobre todo cuando tienen su origen
en mentes y voluntades del misterioso y nunca bien comprendido ser humano...
En resumen, las leyes
científicas, sea que “ordenen” y “controlen” a muchos fenómenos, sea que los
describan con bastante precisión, no abarcan todos los hechos posibles del
mundo en el que vivimos.
Un mundo en el que, lo
queramos o no, está lleno de un número incontable de fenómenos y hechos que nos
sorprenden porque no existen leyes para comprenderlos con total precisión, y
porque en ese mundo los seres humanos actuamos como seres libres, abiertos a
miles de opciones que no pueden predecir las ciencias empíricas más
desarrolladas.