Dos modos de afrontar la vida
P. Fernando Pascual
27-6-2023
En ocasiones, afrontamos la
vida desde experiencias negativas, rabias interiores, inquietudes prolongadas,
rencores más o menos profundos.
Ello ocurre por hechos
importantes: después de un accidente en carretera, tras una disputa en familia
por la herencia, por culpa de la subida de los precios.
Otras veces estamos “heridos”
por hechos no tan graves, pero que no dejan de afectarnos: un mosquito “invisible”
ha provocado una hinchazón en los tobillos y estamos de mal humor por un buen
rato.
En otras ocasiones, afrontamos
la vida desde experiencias positivas, cariños auténticos, éxitos en el trabajo,
reconciliaciones en la familia.
Las causas de estas
disposiciones positivas pueden ser acontecimientos que permiten reorientarnos
con optimismo, o hechos sencillos y cotidianos, como el haber tomado un buen
café en el desayuno.
Nos damos cuenta de que el
modo interior de afrontar la vida puede convertirse en un obstáculo cuando nos
ciega ante la realidad, cuando genera euforias o desalientos injustificados,
cuando nos empuja hacia un activismo alocado, cuando daña nuestras relaciones.
Por eso, resulta fundamental
darnos cuenta de la situación en la que se encuentra nuestra alma, de sus
potencialidades y de sus peligros.
La vida es demasiado seria
como para tomar decisiones equivocadas por culpa de sentimientos que no hemos
sabido orientar adecuadamente.
Es cierto que no somos de
madera: la traición de un “amigo” o una lluvia refrescante influyen en nuestros
corazones y nos hacen pensar de modos diferentes.
Pero también es cierto que no
podemos perder la cabeza por culpa de sentimientos incontrolados que nos
impidan ver las cosas como son, con sus límites y con sus posibilidades.
Este día puede ser monótono,
aburrido, triste, o puede ser exaltante, prometedor, lleno de señales de
alegría.
Sea cual sea la situación en
la que nos movamos, podemos siempre mirar al cielo y pedir a Dios que nos ayude
a tomar las decisiones desde la mejor actitud que va más allá de los cambios
sentimentales: la actitud de quien sabe aprender cada día a recibir amor y a
amar con toda el alma a Dios y a los hermanos...