Cristo, libertad y verdad
P. Fernando Pascual
3-7-2023
Queremos ser libres. No
siempre sabemos cómo lograrlo en plenitud. Porque no hay libertad auténtica
cuando falta la conexión con su fundamento: la verdad.
Si, además, recordamos que
Cristo es la verdad, entonces solo llegamos a ser plenamente libres cuando
aceptamos en nuestras vidas a Cristo.
Son ideas que se encuentran en
un discurso del Papa Benedicto XVI pronunciado durante un encuentro en Nueva
York con jóvenes y seminaristas, el 19 de abril de 2008.
El Papa comenzaba con estas
ideas: “¿Han notado ustedes que, con frecuencia, se reivindica la libertad sin
hacer jamás referencia a la verdad de la persona humana? Hay quien afirma hoy
que el respeto a la libertad del individuo hace que sea erróneo buscar la
verdad, incluida la verdad sobre lo que es el bien”.
Además, Benedicto XVI
recordaba cómo, para algunos, “hablar de la verdad se considera como una fuente
de discusiones o de divisiones y, por tanto, es mejor relegar este tema al
ámbito privado”.
Para quienes ven la verdad
como “peligrosa”, sería mejor dejarla a un lado, de forma que, al dar “un valor
indiscriminado a todo, se asegura la libertad y se libera la conciencia. A esto
llamamos relativismo”.
Surgen, entonces, las
preguntas que expuso el Papa: “Pero, ¿qué objeto tiene una libertad que,
ignorando la verdad, persigue lo que es falso o injusto? ¿A cuántos jóvenes se
les ha tendido una mano que, en nombre de la libertad o de una experiencia, los
ha llevado al consumo habitual de estupefacientes, a la confusión moral o
intelectual, a la violencia, a la pérdida del respeto por sí mismos, a la
desesperación incluso y, de este modo, trágicamente, al suicidio?”
Quien deja la verdad a un lado
queda expuesto, por lo tanto, a un sinfín de peligros, conectados en buena
parte con el relativismo.
Frente a esos peligros,
Benedicto XVI ofrecía una propuesta que surge directamente del Evangelio: “Queridos
amigos, la verdad no es una imposición. Tampoco es un mero conjunto de reglas.
Es el descubrimiento de Alguien que jamás nos traiciona; de Alguien del que
siempre podemos fiarnos. Buscando la verdad llegamos a vivir basados en la fe
porque, en definitiva, la verdad es una persona: Jesucristo”.
Quien se abre a Dios, quien
acepta a Cristo, llega a conseguir una libertad auténtica. Así concluía el Papa
sus reflexiones sobre este punto: “Ésta es la razón por la que la auténtica
libertad no es optar por desentenderse de. Es decidir comprometerse
con; nada menos que salir de sí mismos y ser incorporados en el ser para
los otros de Cristo (cf. Spe salvi, 28)”.
Cristo, libertad y verdad: son
realidades unidas entre sí. Son un programa para que la vida de cada ser
humano, joven o adulto, avance hacia el bien, hacia la belleza, hacia la
justicia. Solo entonces estamos seguros de haber encontrado a quien es, plenamente,
“el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6).