Acusaciones confusas
P. Fernando Pascual
12-8-2023
Hay quienes lanzan acusaciones
confusas, genéricas, indeterminadas, contra comportamientos inmorales de
personas de otras épocas o del presente, sin indicar ni fechas, ni nombres, ni
acciones concretas.
Así, decir que en un país
concreto ha habido comportamientos injustos contra minorías, sin aclarar ni
cuándo, ni dónde, ni quiénes, es como lanzar una piedra a un bulto
indeterminado que puede golpear a personas y hechos equivocados.
Si uno de verdad quiere
señalar algo negativo de unos gobernantes, o de miembros de una religión, o de
personas determinadas de un periodo muy amplio de la historia, necesita ser
claro y concretar al máximo cuál sea su acusación y a quiénes se refiere.
Evitar acusaciones confusas
resulta necesario para promover buenos juicios sobre personas, instituciones,
hechos concretos del pasado o de nuestros días.
Al mismo, acusaciones bien
fundadas, claras, permiten a los acusados (si todavía viven) o a los
historiadores que trabajan seriamente, evaluar si tales acusaciones tienen
fundamento, o si son incompletas, injustas, o manipuladas.
Mientras algunos todavía
suponen que vivimos en el mundo de la información y de la transparencia, la
realidad es que todavía hoy existen muchas acusaciones genéricas y vagas que
lanzan bombas de humo y kilos de estiércol sobre grupos indeterminados de
personas que no pueden ser defendidas adecuadamente.
En realidad, solo hay
información verdaderamente transparente cuando se ofrecen acusaciones
concretas, precisas, sobre aquello que merece ser juzgado con seriedad y según
justicia.
Esas acusaciones, además,
tendrán en cuenta el respeto a la legítima presunción de inocencia de quienes
puedan estar implicados en cualquier acontecimiento de la historia humana.
De este modo, será posible
conocer mejor las culpas de quienes han dañado a otros, y respetar la
presunción de inocencia de aquellos sobre lo que no existan pruebas válidas
sobre sus posibles culpas.