El influjo de los demás
P. Fernando Pascual
15-9-2023
Los demás influyen sobre
nuestras vidas de diversas maneras: por lo que hacen, por lo que dicen, incluso
por lo que nosotros suponemos sobre ellos.
Entre los influjos de los
demás hay uno interesante y problemático, que surge desde lo que suponemos que
los otros piensan sobre nosotros mismos.
Este influjo se construye
desde datos más o menos objetivos, cuando los demás de modo evidente y “público”
nos juzgan positiva o negativamente.
Pero también se construye de
un modo poco objetivo, cuando suponemos que otros piensan que somos generosos,
o que somos egoístas, o simplemente porque pensamos que tienen una fría
indiferencia hacia nuestras vidas.
El influjo de los demás puede
ser más o menos fuerte, más o menos profundo, más o menos benéfico.
Hay ocasiones en que ese
influjo nos estimula hacia el bien. Sentirnos apreciados por una persona
honesta nos anima a vivir en la verdad y la justicia.
Otras veces ese influjo nos
perjudica, o incluso nos lleva hacia el mal. Por ejemplo, cuando pensamos que
otro nos ha “condenado” a nunca mejorar, porque suponemos que piensa que no
tenemos remedio.
No siempre resulta fácil
evitar errores a la hora de identificar lo que los demás piensan sobre
nosotros. Tampoco es fácil estar atentos para que las valoraciones de otros
sobre nuestro corazón no nos dañen, ni creando un optimismo infundado, ni
promoviendo un derrotismo desarmante.
La vida es mucho más grande
respecto de lo que los demás piensen sobre nosotros. Nuestro corazón está
abierto a horizontes insospechados de bien, aunque también experimentamos
amenazas y tentaciones que nos ponen ante opciones dañinas.
El único juicio ajeno que
puede ayudarnos a orientar bien los pensamientos y las acciones es el juicio de
Dios. Y sabemos que ese juicio, que provoca un influjo benéfico, se construye
desde un amor inmenso que nos creó, que es fiel, y que continuamente nos invita
a dar pasos hacia la conversión y la esperanza...