Desinformaciones y contradesinformaciones
P. Fernando Pascual
13-10-2023
Existe una guerra que se
produce en el mundo de la información y que genera ríos de papel: noticias y contranoticias, desinformaciones y contradesinformaciones
se suceden con una velocidad sorprendente.
En esa guerra, una de las
batallas fundamentales gira en torno a establecer quiénes pueden juzgar si una
noticia sea o no sea verdadera.
Porque quien logra el puesto
de “juez informativo” tendrá en sus manos un instrumento poderoso para declarar
qué sea falso y qué sea verdadero, incluso para decretar qué se puede publicar
y qué será perseguido y prohibido.
Aquí nace un enorme peligro:
el que algunos grupos de poder busquen controlar la información con la bandera
de que luchan contra la desinformación.
Esos grupos de poder pueden
venir de ámbitos diferentes: de los partidos políticos, del mundo financiero o
empresarial, de los sindicatos, incluso de lobbies ideológicas más o menos
organizadas.
Una vez que reciben
autorización y medios para “luchar contra la desinformación”, esos grupos
pueden convertirse en un enorme instrumento de censura y de manipulaciones, al
dejar que se divulgue lo que les interesa y al bloquear lo que vaya contra sus
intereses.
Parece muy difícil encontrar
modos concretos para evitar este peligro. En parte, porque nunca resulta fácil
responder a la vieja pregunta: ¿quién vigila a los vigilantes?
En parte, porque establecer
sistemas de control sobre los que controlan informaciones puede ser, al final,
otro modo de censura más complejo y más disimulado que el anterior.
Por eso, hace falta ir a las
raíces de la mentira, la manipulación, la censura y la descalificación
arbitraria del “adversario”: la falta de honradez y la búsqueda del control
sobre los demás.
Establecer sistemas de control
no arregla nada si falta honestidad, si las ambiciones dominan mentes y
voluntades, sobre todo de quienes tienen cualquier tipo de responsabilidad
pública.
En cambio, los sistemas de
control pueden tener sentido solo cuando antes se ha promovido un auténtico
sentido de honradez en las personas y los grupos, que evitará de por sí muchas
desinformaciones, y que ayudará a quienes las combaten a ser realmente íntegros
al declarar qué sea falso y qué tenga elementos de verdad que merecen ser
escuchados en sociedades sanamente abiertas.