Hechos para amar
P. Fernando Pascual
26-10-2023
Alguna vez habremos escuchado
esta frase: estamos hechos para amar. ¿No resultado algo extraño? Si somos
libres, cada uno podría decidir para qué “está hecho”.
Pero la frase tiene pleno
sentido cuando descubrimos que la existencia es una llamada de amor, y que
quien llama es el Amor en Persona, es Dios amor.
Si Dios llama y crea, solo
puede hacerlo para poner en nuestros corazones el fin más hermoso, más grande,
más “realizador”: amar.
Hay un famoso texto de Juan
Pablo II que refleja muy bien esta idea:
“El hombre no puede vivir sin
amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de
sentido si no se revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo
experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente” (Redemptor hominis, n. 10).
No hace falta darle vueltas.
No estamos hechos para proezas admirables, ni para números de realizaciones
aplaudidas por los demás y por nosotros mismos.
Nada tiene sentido pleno en la
vida, absolutamente nada tiene valor, si no se hace dentro del único eje, de la
única coordinada, del único vector que da sentido a la vida del hombre: el amor
a Dios y, en Dios, al prójimo.
Ese amor, lo sabemos, se ha
hecho Hombre, vivió entre nosotros, y ahora está sentado a la derecha del
Padre: Cristo.
Es la experiencia de Pablo: “Para
mí la vida es Cristo” (Flp 1,21). Porque nada nos puede separar del amor
de Cristo (cf. Rm 8,39).
El mismo Pablo sabía muy bien
que no nos salvamos por las obras de la ley, sino por la gracia. Y la gracia,
en definitiva, es la vida de Dios en mí, es Dios amor que ama en mí...
Se puede decir, de forma
radical, que soy en la medida en que amo. Si no amo, mi ser se empobrece,
avanzo hacia el vacío, no soy capaz de darle sentido a la vida.
En cambio, si amo, puedo decir
que existo plenamente. Porque entonces está en mí el Amor de Dios que ha sido
derramado en nuestros corazones (cf. Rm 5,5)...