Esto es lo que hay
P. Fernando Pascual
1-11-2023
Al constatar una y otra vez la
ineficiencia de muchos políticos, la corrupción de tantas personas, la apatía
de la sociedad, muchos repiten, con resignación y pena, estas palabras: “Esto
es lo que hay”.
Quisiéramos que hubiera más
honestidad y valentía en los políticos, más justicia y sentido social en
quienes trabajan en la vida económica, más fortaleza en la gente para
reaccionar ante tantos males y para promover el bien.
Pero luego constatamos que la
situación no cambia, que hay ineficiencia, orgullo, avaricia, entre muchos
políticos, y que casi nadie reacciona ante las crisis económicas y ante
gobiernos corruptos.
“Esto es lo que hay”. Sin
embargo, tenemos que reconocer que la expresión no solo vale para otros: yo
también soy parte “de lo que hay”, yo también tengo ante mí posibilidades de
bien o cobardías que permiten que todo siga igual.
Muchas veces pensamos que no
hay alternativas, que nuestros mejores esfuerzos no servirían para nada, que el
mal domina nuestras sociedades.
Este tipo de razonamientos
tienen de su parte motivos poderosos, sobre todo ante la fuerza de grupos de
presión que controlan la prensa, los bancos, los gobiernos, incluso las
diversas formas de vida cultural.
A pesar de ello, también
tenemos que constatar que bastan pequeños gestos de honestidad, o acciones
heroicas de pocos valientes, para que empiecen procesos de regeneración que
permitan mejorar la justicia y contrastar el poder del mal.
“Esto es lo que hay”. Yo soy
parte del “esto”. Yo puedo vivir con indiferencia, de forma que continúen los
males de nuestro tiempo. O, por el contrario, puedo vivir con esperanza y
energía, para reaccionar y poner en marcha proyectos que regeneren pequeños
espacios de la vida pública.
No puedo cruzarme de brazos
con una resignación malsana. Quienes actúan esclavizados por el mal se sienten
más fuertes cuando ven el miedo o la indiferencia de la gente.
Necesito reaccionar con
decisión. Basta a veces con emprender pequeños gestos. Luego, hay que confiar
en Dios, que es la verdadera defensa de los débiles. Y hay que confiar en el
apoyo de otros corazones que se pondrán en marcha al ver cómo alguien ha dado
un primer paso hacia la verdad y la justicia.