Cambios desde nuestras
decisiones
P. Fernando Pascual
5-1-2024
Puedo cambiarme a mí mismo.
Puedo cambiar a otros. Puedo cambiar al mundo.
Cada una de las decisiones que
escojo produce cambios, para el bien o para el mal.
Así, cuando decido ser egoísta
y dejar en casa todo lo sucio para los demás, empeoro mi corazón y provoco pena
en quienes me rodean.
O cuando decido ser generoso y
voy a visitar a un amigo enfermo, agrando mi alma y regalo un consuelo a quien
sufre.
De esta manera, mis decisiones
generan cambios, pequeños o grandes, incluso cuando ni siquiera me doy cuenta
de ello.
Es cierto que muchas veces
quisiéramos lograr ciertos cambios, pero nos falta voluntad, o medios, o
simplemente tenemos que reconocer que una situación es casi inmodificable.
Pero también es cierto que
otros cambios están a mi alcance. Por ello, vale la pena detenerme unos
momentos antes de tomar nuevas decisiones.
Podré plantearme preguntas
importantes: ¿vale la pena este gesto? ¿Llevo bondad a través de esta palabra?
¿Promuevo justicia con este comportamiento?
Luego, no todo saldrá como
había esperado. Sin embargo, incluso cuando no vea resultados positivos, algo
de bien ha sido sembrado en el mundo.
Lo que sembramos desde el amor
y para el amor lleva a mejoras. Sobre todo, queda en el corazón de Dios, que
nos invita continuamente a ser colaboradores suyos en la hermosa tarea de
promover bien y esperanza entre quienes viven a nuestro lado.