Decisiones sin marcha atrás
P. Fernando Pascual
17-1-2024
Algunas aplicaciones para
jugar ajedrez (o juegos similares) permiten al jugador dar marcha atrás,
corregir una movida equivocada, o replantear el partido después de ver las
maniobras del adversario electrónico.
Poder retroceder para mejorar
las jugadas tiene sus ventajas: uno reconoce su fallo, mejora su estrategia,
abre espacios a una partida de ajedrez que tenga mejores perspectivas de
victoria.
Pero jugar así lleva a ciertos
riesgos, especialmente cuando movemos las fichas sin pensarlo mucho, desde la “seguridad”
de que, si las cosas empiezan a ir mal, queda abierta la opción de ir para
atrás.
La vida real, la que
construimos cada día con decisiones concretas, no tiene marcha atrás, no ofrece
opciones de “retroceda y vuelva a jugar”.
Es cierto que en algunas
tiendas y en el inmenso mercado online existen opciones de devolver un producto
y de probar otro, sobre todo si nos damos cuenta de que el zapato nos hace daño
o de que la plancha no funciona correctamente.
También es cierto que el
tiempo perdido en este tipo de operaciones (y en un partido de ajedrez casi
interminable porque uno rehace las jugadas una y otra vez) no vuelve nunca.
Las decisiones cotidianas son
siempre sin marcha atrás, en el sentido de que lo hecho, hecho está. La vida se
desarrolla como en la máxima que se usa en algunos juegos: ficha tocada, ficha
movida, sin opción para rectificar.
Miremos nuevamente al partido
de ajedrez: cuando jugamos sin la opción de rehacer la jugada, lo pensamos dos
veces antes de que una torre coma un caballo que estaba bien protegido por la
reina...
Lo mismo vale para la vida
real: si reconocemos que lo hecho, hecho está, lo pensaremos dos veces antes de
apretar la tecla de “envío” de un pago que luego nos hará reconocer que tiramos
nuestro dinero.
La vida no es un juego. Es un
camino construido con miles de decisiones cristalizadas en actos concretos que
no tienen marcha atrás.
Por eso necesitamos un momento
para planear bien la siguiente “jugada”, esa decisión que puede ser el inicio,
con la ayuda de Dios y con el consejo de tantas personas buenas, que nos
permita apartarnos de un pecado y avanzar serenamente por el camino del amor
sin marcha atrás...