Ante dolores que nos superan
P. Fernando Pascual
8-2-2024
Frente a los inmensos dolores
de tantas personas nos faltan palabras para consolar.
¿Qué podemos decir, por
ejemplo, a padres que han perdido a su hijo, o al esposo o a la esposa que han
perdido a su cónyuge? Las palabras siempre quedan en las puertas de los
corazones.
Quisiéramos entonces
simplemente estar cerca de quien sufre, ofrecerle nuestra compañía.
Parece muy poco ante tantos
dolores que nos superan, pero puede ser mucho si se hace con cariño sincero y
perseverante.
Lo importante es ayudar al que
lo necesita respetando sus tiempos, pues cada uno recorre un camino muy
personal cuando se trata de afrontar los diversos dolores de la vida.
Desde luego, hay ocasiones en
las que podemos hacer algo más, y conviene mostrarnos disponibles para que la
persona que sufre sepa que cuenta con nosotros.
Y siempre podremos rezar a
Dios, para que consuele los corazones y para que encienda la esperanza en la
vida eterna.
Nuestra oración se convertirá
en un apoyo sincero, desde la certeza de que tenemos un Dios que es Padre; un
Padre que ha unido el dolor de cada ser humano al dolor de su propio Hijo en el
Calvario.
Gracias al dolor de Cristo
crucificado, cada ser humano puede ser rescatado y descubrir que, más allá del
sufrimiento y de la muerte, se nos ofrece el gran regalo de la vida eterna.