Tiempo libre
P. Fernando Pascual
15-2-2024
La vida frenética deja pocos
espacios al tiempo libre. Pero cuando llega un verdadero tiempo libre, quedan
al descubierto muchas aspiraciones de nuestro corazón.
Porque el tiempo libre permite
que nos dediquemos a eso que más nos gusta, a pasatiempos más o menos
interesantes, a lecturas que enriquecen, a juegos, a conversaciones sin prisas,
a ver una película o simplemente a dar vueltas por el parque.
En ocasiones, el tiempo libre
llega por sorpresa, y no tenemos claro qué es lo que nos gustaría hacer “ahora”:
nos cuesta escoger entre tantas opciones a nuestro alcance.
En ocasiones, “desperdiciamos”
el tiempo libre con un juego digital o con una lectura que al final nos dejan
cansados, insatisfechos, incluso con un extraño sentimiento de culpa.
El tiempo libre tiene ese
curioso poder: desvelar aspectos de nosotros mismos que no siempre tenemos
claros, o que hemos ahogado, o que necesitan ser curados, o que podemos
promover para ayudar a otros y a nosotros mismos.
Por eso, cuando nos llega una
tarde de verdadero tiempo libre, donde no hay goteras que arreglar ni
formularios urgentes que rellenar, vale la pena detenernos un momento y ver lo
que dice nuestro corazón.
Si encontramos que ese corazón
está atado a un pasatiempo dañino o a un deseo egoísta de placer, significa que
todavía tenemos que emprender un camino urgente de conversión.
Si, por el contrario, nuestro
corazón nos empuja a dedicar un rato para hablar con Dios, para “perder el
tiempo” con los familiares, para escuchar a un amigo necesitado de desahogo,
sentiremos la alegría de reconocer señales de bien y de belleza en esas
acciones que ponemos en práctica cuando estamos ante un tiempo verdaderamente
libre...