Detrás de algunas
recriminaciones
P. Fernando Pascual
4-4-2024
Hay muchos tipos de
recriminaciones y reproches. Algunas de ellas esconden un elemento de interés.
Pensemos en quienes condenan
los crímenes de los comunistas en la Unión Soviética.
Normalmente reprochan la falta
gravísima a la justicia que se escondía en esos crímenes. Algunos, además,
reprochan la falta de coherencia de quienes hablaban de liberar al pueblo
mientras oprimían a inocentes.
Al criticar la falta de
coherencia se da a entender que uno desearía que los comunistas (y algo
parecido se podría decir de grupos que son reprochados con frecuencia) hubieran
sido buenos, hubieran trabajado por la justicia.
Descubrimos así cómo detrás de
algunas recriminaciones hay un deseo de que los defensores de ciertos ideales
hubieran vivido correctamente, hubieran dedicado sus esfuerzos para el bien de
los demás.
Este tipo de recriminaciones
incluyen, por lo tanto, un deseo de bien: quisiéramos que algunos no hubieran
dañado a inocentes.
Desde luego, hay condenas a
grupos que implican reconocer una deformación “constitutiva” en los ideales de
ese grupo. Así, quienes condenan a los nazis por sus crímenes atroces saben que
el nazismo era, en sí mismo, algo perverso.
Pero en otras condenas podemos
establecer una diferencia entre el grupo en cuanto tal y quienes comparten sus
ideales, al mismo tiempo que desearíamos que los segundos hubieran optado por
apartarse de posibles errores en sus ideales, para comprometerse a actuar con
justicia y rectitud.
El mundo ha sufrido y sufre
por miles de injusticias que dañan a inocentes y que destruyen internamente a
los culpables.
Frente a tanto mal, son
legítimos reproches y recriminaciones que se orienten a una aspiración buena:
que los “malos” dejen de serlo, abandonen el camino de la injusticia, y puedan
sumarse al único proyecto que promueve un mundo mejor: el del mutuo amor, que
incluye un perdón sincero y restaurador.