TIEMPO DE ADVIENTO
Ahora que el calendario litúrgico nos indica que estamos en el Tiempo de
Adviento, y hemos celebrado el Dogma de la Inmaculada Concepción de María,
momento es de manifestar, que malos vientos corren para la Humanidad, al irse
deteriorando cada vez más, la escala de valores más esenciales del género
humano.
Baste contemplar la televisión para comprobar que somos bombardeados
constantemente con programas basura, en los que prevalecen la falta de
moralidad y el desprecio absoluto de la ética más elemental, inherente en las
normas de conducta de todo bautizado y que por ello es discípulo de Cristo. Sin
hablar de las bodas entre personas del mismo sexo y de la pretensión por estas
de la adopción de niños.
Otro de los males que también nos acucian es el aborto, a sabiendas de
que el quinto mandamiento ordena no matar (se entiende por aborto la muerte
provocada del feto, realizada por cualquier método y en cualquier momento del
embarazo desde el instante mismo de la concepción).
La Iglesia ha entendido siempre que el aborto provocado, es uno de los
peores crímenes desde el punto de vista moral. El Concilio Vaticano II dice a
este respecto: "Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la insigne
misión de proteger la vida, que se ha de llevar a cabo de un modo digno por el
hombre. Por ello, la vida ya concebida, ha de ser salvaguardada con sumo
cuidado...; el aborto es un pecado y un crimen abominable y su castigo la
Excomunión".
Además, hay que tener en cuanta que al niño abortado se le priva del
Sacramento del Bautismo.
Piensen que hace más de dos mil años, una muchachita de Nazaret, de
unos catorce años de edad, soltera, prometida y virgen, aceptó y llevó su
espiritual embarazo hasta las últimas consecuencias, sin tener en cuenta que, al
igual que ocurre hoy en algunos países, la pena era el repudio y la lapidación.
Aún así, Ella jamás pensó en incumplir sus obligaciones de Madre y en llegado el
momento, parió nada menos que a Jesucristo, Redentor y Salvador del Mundo.
Por eso quiero hacerme esta pregunta: ¿qué hubiera sucedido, si María
hubiera tomado la decisión de abortar?. Creo, que todos conocemos la
respuesta.
Antonio Rodríguez Mateo