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En
Israel, la mujer ocupaba un estrato de segundo orden en el entramado
social. Estaba totalmente discriminada, sometida, era un ser de rango
social inferior
Ya,
en el Génesis, se afirma: Y
Dios creó al hombre a su imagen -a imagen de Dios lo creó-, varón y
hembra los creó (Gén
1,26-28), la
mujer, pues, nace en orden de igualdad y semejanza con el hombre.
El
Evangelio derriba las principales razones de la postergación de la
mujer. Jesucristo borra las diferencias; instaura la igualdad socio-política
y religiosa del hombre y la mujer. Con su conducta y con su doctrina,
eleva a la mujer de categoría, le devuelve su consideración inicial.
Su enseñanza supone una auténtica revolución; revaloriza, en toda época,
la dignidad de la mujer.
Jesús
derriba los tabúes y rompe con las normas denigrantes e inhumanas que
humillan y marginan a la mujer; desecha los convencionalismos sociales y
no impide que mujeres formen parte de su séquito. Jesucristo establece
la dignidad primordial de la mujer. En el evangelio, la mujer se
encuentra y reconoce a sí misma. En la verdad esencial de su enseñanza,
la mujer se libera, se dignifica y se reintegra en su propio ser.
EL AUTOR
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