«Semillas de esperanza»
El tesoro de nuestra amistad 

Autor: Padre Fernando Torre, msps.

 

 

Antes de conocerte, mi corazón te presentía
y mi memoria reservaba para ti un sitio especial.

Nuestro encuentro
fue un instante de eternidad que apareció en el tiempo.
Y Dios quiso crear para nosotros, en ese momento,
el tesoro de nuestra amistad.

Y llenaste de sol mis ojos,
de cantos mis labios,
de ilusiones mi mente,
de esperanza mi futuro.

Tu presencia, como suave brisa, me llena de Dios
y me lanza a entregarme a los demás.
En tu ausencia, tu recuerdo me acompaña
y acrecienta en mí
el anhelo de encontrarte nuevamente.

Contemplar tu figura a lo lejos
hace saltar mi corazón,
mirar tu rostro aquieta mi ansiedad,
escuchar tu palabra fortalece mi espíritu,
caminar a tu lado
me da la certeza de llegar a la meta.

Tú conoces mi interior
con sus luces y sus sombras,
con sus miedos y sus anhelos,
con su gozo y su dolor.

Me aceptas como soy;
con delicadeza me haces ver mis errores,
y me impulsas a sacar lo mejor de mí.
Tú me has liberado de mi egoísmo y mi timidez.

Generosamente me has abierto tu corazón,
me has ido revelando tu historia
y me has permitido asomarme a tu misterio.

Cuando a otros les hablo de ti,
un enorme gozo, revestido de orgullo,
se apodera de mí.

Eres mano extendida,
sonrisa afectuosa,
mirada sincera,
abrazo puro,
corazón abierto.

Sé que en todo momento cuento contigo,
que no te asusta mi debilidad,
que estás a mi lado en las luchas,
que gozas con mis éxitos.
Sé que tu amor no se acabará.

Jamás dejaré de agradecerte
que te hayas convertido en un regalo para mí.
¡Qué dicha, qué privilegio
poder disfrutar
el tesoro de nuestra amistad!