«Semillas de esperanza»
La juventud, momento para optar por Cristo

Autor: Padre Fernando Torre, msps. 

 

 

En estos días, Jesús diría a sus discípulos: “En verdad, en verdad les digo, la vida de cada uno de ustedes es semejante a un hombre que quiso construir un edificio…”

Hoy en día, quien piense construir un edificio, lo primero que hace es acudir a un Ingeniero, Arquitecto o a una compañía constructora. Nadie comienza a construir, sin tener antes los planos perfectamente calculados y totalmente terminados. Un error de cálculo significa un grave riesgo de que el edificio se caiga; si alguna cosa se olvidó poner en los planos, no existirá en el edificio cuando esté terminado. ¡Qué importante es el momento de hacer los planos!

Después de haber explicado a sus discípulos la infancia y la adolescencia, Jesús continuaría diciéndoles: “… la juventud es semejante al momento de hacer los planos del edificio”.

Cuántas vidas desperdiciadas por no haberse detenido un momento a analizar lo que se es y a planear lo que se quiere llegar a ser.

Y explicándoles lo más profundo, Jesús les diría: “En verdad, en verdad les digo, todo el que venga a mí es semejante a un hombre que, al edificar el edificio de su propia vida, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca” (cf Lc 6,47-48).

Nadie puede pensar en construir un edificio, sin haber puesto antes los cimientos. Cristo es el cimiento de la vida del hombre. No puede el hombre pensar en construir su propia vida, si no ha puesto a Cristo como el cimiento de ella.

La juventud es el momento de hacer los planos de la propia vida, para toda la vida. Sin embargo, muchas veces esto se reduce a elegir la carrera y la futura esposa; se piensa en el tamaño del edificio y en la forma de la fachada, sin tener en cuenta la necesidad de poner cimientos.

Si la juventud es el momento de hacer los planos, es entonces el momento de decidirse a poner a Cristo como el cimiento del edificio de la propia vida. Es el momento de decidirse a hacer todo lo necesario —y no sólo todo lo posible— para realizar lo planeado. Si no hacemos esto, acabaríamos por ser como esos hombres que, como edificios sin terminar, viven frustrados por no haber logrado ser lo que soñaron; hombres que, como edificios viejos y maltratados, han dejado de luchar por lograr lo que una vez pretendieron conquistar; hombres que, como casas del Infonavit, han renunciado a ser ellos mismos y se han conformado con ser simplemente como los demás; hombres que, como edificios que se han caído por no haber calculado bien los cimientos, viven derrotados porque no le encuentran un sentido a la vida.

El Papa Juan Pablo II, en un discurso dirigido a los jóvenes, dijo:

Vuestra edad es la del encuentro consciente y querido con Cristo. Os digo con franqueza confiada que, al llegar a la juventud, es decir, a vuestra edad exuberante y crítica, la aventura más bella y entusiasmante que os puede suceder es el encuentro personal con Jesús, que es el único que da verdadero significado a nuestra vida. ¡No os alejéis de Cristo! ¡Optad por Él!

Encontrarse con Cristo en la juventud, optar por Él, es colocar a Cristo, en los planos de la propia vida, como cimiento de todo el edificio. Es edificar sobre roca.