«Semillas de esperanza»
Fantasía, frustración y realismo

Autor: Padre Fernando Torre, msps. 

 

 

          Al descubrir un nuevo valor, casi siempre vivimos un proceso adolescente (sin importar que tengamos 40 ó 70 años) que comienza en la fantasía, pasa por la frustración y puede terminar en el realismo.

Recordemos cómo nos sentimos cuando descubrimos el naturismo, la fotografía, el comité de derechos humanos, la oración o el grupo de voluntarios; cómo nos sentimos, cuando conocimos a René, a Tere o a Jesucristo.

Los momentos posteriores al descubrimiento son altamente emotivos. Quedamos ciegos y sólo vemos lo positivo. Nuestras conductas están marcadas por el exceso. El pensamiento está obsesionado por el nuevo tesoro. Deseamos poseer plenamente ese valor. Queremos que todo mundo sepa de nuestro hallazgo o se una a nuestro grupo. ¡Estamos anclados en la fantasía!

Pero tarde o temprano probaremos la frustración, pues la realidad no está a la altura de nuestras ilusiones, y en esta vida nadie podrá saciar plenamente nuestros deseos. Resulta que el flamante esposo ronca toda la noche y le huelen los pies; que había un ciclón en Acapulco; que hay celos y envidias entre los miembros del grupo; que algunos han criticado la canción que compuse; que a Dios lo siento indiferente.

Entonces podemos agredir a la vida o a los demás porque no llenaron nuestras expectativas, o buscar un nuevo valor (pareja, trabajo, grupo…) que encienda otra vez nuestras emociones y nos lance nuevamente a la fantasía.

Pero también podemos aceptar la frustración y asumir las cosas con realismo, sin lamentarnos ni enojarnos por sus limitaciones. Entonces podremos gozar todo lo positivo que tiene esa persona, asociación, ciudad o proyecto. Estaremos en posibilidad de ser perseverantes, profundos y maduros. Entonces estaremos listos para disfrutar y agradecer la vida, tal como es.