«Semillas de esperanza»
Digno de confianza

Autor: Padre Fernando Torre, msps. 

 

 

San Pablo, en su penúltima carta, escrita desde Macedonia hacia el año 65, unos dos años antes de su muerte, entona una acción de gracias a Jesucristo. Es un grito que le sale del corazón: «Doy gracias a aquel que me revistió de fortaleza, a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me consideró digno de confianza al colocarme en el ministerio» (1Tm 1,12). Esta frase manifiesta que Pablo es consciente de que ser digno de confianza es un don.

Jesucristo lo consideró digno de confianza; lo que le confió fue la evangelización. Y conocemos la manera tan generosa y constante como el Apóstol de los gentiles realizó su misión.

Además, para referirse a Jesucristo, dice: «aquel que me revistió de fortaleza». Es consciente de que el Señor mismo es quien lo ha capacitado, con la fuerza del Espíritu Santo, para llevar a cabo la misión que le ha sido confiada.

Termina con la frase: «al colocarme en el ministerio». Él sabe que su lugar es allí donde Jesucristo lo ha colocado: el anuncio del Evangelio, los viajes misioneros, la fundación de comunidades, la escritura de las cartas.

¡Qué gran honor es que alguien nos considere dignos de confianza! Sabe que realizaremos fielmente lo que espera de nosotros. Por eso, nos encomienda tareas, nos encarga objetos o personas, deposita en nosotros sus secretos. El embajador de un país, el albacea de un testamento, una institución de ahorro, un médico, una niñera, un amigo… deben ser dignos de confianza.

¿Qué personas me consideran digno de confianza?, ¿qué me han confiado?

¿Puede Dios confiar en mí? ¿Realizaré fielmente lo que espera de mí? ¿Cumpliré la misión que me encomiende?