«Semillas de esperanza»
Amenaza de muerte

Autor: Padre Fernando Torre, msps. 

 

 

Día a día nos enteramos por la prensa de que personas que luchan contra la injusticia y la discriminación, o que defienden los derechos humanos, son amenazadas de muerte.

La amenaza hace surgir el miedo y roba la libertad. Como la persona amenazada desconoce quién puede ser el asesino, sospecha de todos, lo cual puede llevarla a la locura. Se mantiene en vigilancia, pues ignora de qué manera intentarán matarla: un disparo venido de un edificio, veneno en los alimentos, una bomba en el coche o una puñalada por la espalda.

Ante la amenaza se puede desarrollar una actitud defensiva: recluirse en un lugar seguro, contratar una escolta, abandonar la lucha. Algunos optan por irse a vivir a otra parte e incluso por cambiar de nombre.

Pero ante la amenaza también se puede desarrollar una actitud ofensiva y utilizar medios violentos para acabar con el autor de la amenaza.

Jesús vivió amenazado de muerte. En muchos pasajes se nos dice que «los judíos trataban de matarlo» (Jn 5,18). Lo quisieron despeñar y lapidar. Lo asesinaron clavándolo en una cruz.

Ante las amenazas de muerte, Jesús sintió miedo y angustia, pero no se recluyó ni traicionó el proyecto del Padre. Ante las falsas acusaciones, se defendió pero no atacó. Al ser perseguido, conservó una admirable serenidad.

Jesús fue crucificado por haber desenmascarado la hipocresía de los fariseos; por haber denunciado el abuso de poder de las autoridades religiosas y civiles; por pretender construir un reino de paz, justicia y amor; por su modo de relacionarse con el Padre.

La persecución, las amenazas de muerte y el martirio son signos que indican que nuestro seguimiento de Jesucristo es auténtico. Sería contradictorio que los cristianos nos lleváramos bien con el sistema, cuando el sistema va en contra de Jesucristo.