«Semillas de esperanza»
Dejando la barca y a su padre

Autor: Padre Fernando Torre, msps.  

 

 

Caminando por la ribera del lago, Jesús vio a Santiago y Juan, que eran pescadores, y los llamó. «Ellos, al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron» (Mt 4,22).

«Sígueme» es una palabra que tiene fuerza creadora, pues crea en la persona la capacidad de responder. Sin embargo, sabemos que es posible decir “no” a esa invitación y resistirnos voluntariamente a su llamada.

Jesús no promete bienes, prestigio o puesto. No propone un estilo de vida basado en leyes o en prácticas rituales, sino que invita a seguirlo. Y por seguirlo, Santiago y Juan dejaron la barca y las redes y se convirtieron en «pescadores de hombres».

Nuestra identidad depende en gran parte de lo que hacemos, pues la actividad no se queda en lo exterior sino que va formando nuestro ser: cantando se llega a ser cantante.

Nuestra identidad depende también, y en mayor grado, de nuestros vínculos y relaciones. Dejar al padre significa separarse de la familia de origen. Es un paso importantísimo en la vida de cada persona. Muchas veces es también un paso difícil y doloroso, pues implica rupturas profundas.

Algunos hemos escuchado la llamada de Jesús a seguirlo radicalmente. Él creó en nosotros la capacidad de respuesta. Y dejamos el trabajo o el estudio que teníamos y el proyecto de vida que habíamos forjado. Dejamos también padre, madre y hermanos, así como la posibilidad de formar una familia propia. La nueva identidad depende de nuestra relación con Jesucristo y de nuestra misión de anunciar el Evangelio y construir el Reino.

¿De qué manera las actividades que hoy realizas configuran tu identidad? ¿Cuáles son los vínculos y relaciones que te definen?