«Semillas de esperanza»
InconstanciaAutor: Padre Fernando Torre, msps.
Conocemos la parábola del sembrador: la semilla es echada en cuatro tipos de terreno, y sólo la que cae en tierra buena da fruto (cf. Mc 4,1-9.13-20).
El evangelio explica que uno de los terrenos malos representa al hombre sometido a la acción de Satanás; otro, a la persona inconstante; y el otro, a la que vive esclavizada por las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas o los demás vicios.
Me impresiona que se equipare a la inconstancia con los otros dos terrenos malos, pues parecería que ese defectillo fuera algo inofensivo. Se equipara, porque el resultado final es el mismo: la esterilidad.
Cualquier cosa, hecha con asiduidad, a la larga produce fruto: hacer deporte, tocar un instrumento musical, meditar, buscar una vacuna. La gota de agua, si cae sin interrupción sobre el mismo sitio, llega a perforar la roca.
La inconstancia nos convierte en enemigos de nosotros mismos, pues mata toda ilusión. ¿Para qué me esfuerzo ahora, si sé que después dejaré de hacerlo? ¿Qué sentido tiene privarme hoy de esto, si mañana lo voy a tomar?
¡Qué tremendo es este defecto! Habíamos hecho enormes esfuerzos por bajar de peso, hasta que… Habíamos logrado diez años de sobriedad, y un día… Estudiamos arduamente con el propósito de terminar la carrera, sin embargo… Habíamos controlado nuestras explosiones de ira, pero… La inconstancia nos lleva a probar el amargo sabor de la derrota: ¡de nada sirvió nuestro esfuerzo!
¿Qué puedo hacer para superarme? Fijar una meta realista, establecer un plan concreto de acción y realizar cada día la tarea correspondiente.