«Semillas de esperanza»

Lamentaciones

Autor: Padre Fernando Torre, msps.  

 

 

Al participar en una reunión es frecuente escuchar alguna queja. Nos lamentamos de todo: del gobierno, del clima, de nuestra salud, de nuestros familiares o compañeros…

Ciertamente existen dificultades, situaciones conflictivas, problemas, pero ¿qué ganamos con llorar? Lo único, tal vez, es que los demás nos tengan lástima por lo infelices que somos.

La locutora no se queja de que debe hablar mucho; ni el alpinista, del frío de la montaña o de lo escabroso del terreno. Y no se quejan, porque ya contaban con eso. ¿Acaso no sabíamos que la vida, la simple vida humana, es difícil? Si alguien nos dijo lo contrario, nos engañó.

Pero no; el casado se queja de las dificultades del matrimonio y de la educación de los hijos; la soltera, del peso de la soledad. El sacerdote se lamenta de que tanta gente solicite sus servicios; la religiosa, de lo difícil que es la oración o la vida comunitaria. Escuchamos quejidos de quienes tienen mucho trabajo, lo mismo de los desempleados o jubilados.

¿Por qué nuestra terquedad en mirar siempre el lado negativo de las cosas? ¿Por qué a todo le encontramos un pero? Nos hemos vuelto personas descontentadizas y, a base de lamentaciones, contaminamos a los demás con nuestro pesimismo.

Si no podemos hacer nada para cambiar una situación; si no tenemos el valor de hablar con quien puede poner remedio; si no queremos hacer nada para solucionar un problema, entonces mejor es cerrar la boca. «Callado te ves más guapo», solía decirme un amigo.

Ya basta de fijarnos en lo negativo y hacer de la vida una tragedia. ¡Ya basta de lloriqueos! Veamos siempre el lado positivo de todo. Agradezcamos que la vida es bella, y disfrutemos lo que nos ofrece. Infundamos en los demás alegría y esperanza.